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Actualizado: 4 de mayo de 2025


No, Alteza.... ¿Libres, entonces, y expedito el paso? No, Alteza, pero yo.... ¡Nada más digáis, Don Martín! Triste espectáculo en verdad el de tan noble y respetable caballero abogando por causa tan mezquina.

¡La orden! ¡La orden! gritan a esta sazón. ¿Cómo la orden? exclama el autor asustado. ¿La han prohibido? No, señor, es la orden para empezar; habrá venido Su Alteza. Suena una campanilla. ¡Fuera, fuera! y salen precipitadamente de la escena aquella multitud de pies que se ven debajo del telón. ¡Cuidado con los arrojes, señor autor! dice un segundo apunte tomándolo de un brazo. ¿Qué es eso?

Si es que vuestra grandeza quiere llevar adelante el hacerme merced sin yo merecerla, déjeme que yo me las haya conmigo, y que yo me sirva de mis puertas adentro, que yo ponga una muralla en medio de mis deseos y de mi honestidad; y no quiero perder esta costumbre por la liberalidad que vuestra alteza quiere mostrar conmigo.

Noto que Vuestra Majestad tiene herida o lastimada una mano observó con fingido interés. , me puse a jugar con un perro faldero dije, resuelto a burlarme de él, y ya sabe Vuestra Alteza cuán falsos y traidores son. Se sonrió sarcásticamente y me miró con fijeza breves momentos. ¡Pero esas mordeduras son peligrosas! exclamó alarmada la Princesa. Nada temas, prima mía dije.

Esto sabed, ya que no Os lo ha enseñado la ley, Que vuestro error despreció, Porque después de ser Rey, Soy el rey Don Pedro yo. Y si á la alteza pudiera Quitar el violento efecto, Cuyo respeto os altera, Mi persona en vos hiciera Lo mismo que mi respeto.

¿Cómo anda el cuarto del príncipe? Don Baltasar de Zúñiga no perdona medio de captarse la voluntad de su alteza; como que dicen que hace versos con él. Y aun poesías eróticas... No comprendo bien, señor. Composiciones amorosas. No; no, señor; eso se queda para el duque de... Montiño se detuvo afectando la confusión de quien ha pronunciado una palabra inconveniente y peligrosa.

Pero si les quedase alguna esperanza de triunfar, volverían al castillo y cogerían a sus enemigos en las dos piezas subterráneas, como en una trampa. Este es el plan de Su Alteza, pero sólo se propone emplearlo en último extremo, porque su intento es no matar al Rey hasta haberlo matado a usted, o hasta tener la seguridad de que podrá despacharlo poco después de muerto el Rey.

Que fuese él o fuera otro el que obtuviera el triunfo, poco importaba: lo esencial era conseguirlo. Para su hermano Pepe, cuya dicha acababa de extirpar como planta arrancada de cuajo, no tuvo un solo impulso de rencor. La rivalidad y antagonismo que de él le separaban, nada eran ni valían ante la alteza y rectitud de sus propósitos.

Se encontraban muy de tarde en tarde. ¿Cómo podían verse, si él, Spadoni, á causa de su miseria, se abstenía de entrar en las salas de juego?... Continúa jugando, Alteza; pero muy mal, con la timidez del novato, y por eso pierde. No tiene la estofa de nosotros, los verdaderos jugadores. Se irguió el pianista al decir esto, como si no hubiese perdido nunca y poseyera todos los secretos del azar.

Hícelo así en un abrir y cerrar de ojos y momentos después aparecía Sarto, saludando, para anunciarme a un caballerete muy ceremonioso, que se acercó a mi lecho y tras grandes reverencias dijo que se hallaba al servicio de la princesa Flavia, y que Su Alteza lo enviaba a preguntar cómo seguía Su Majestad después de la fatiga de la víspera.

Palabra del Dia

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