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Actualizado: 4 de mayo de 2025
El caso presente ha llamado extraordinariamente mi atención: hay síntomas de que los aposentos interiores no están mal. Su Majestad la retina se halla quizás dispuesta a recibir los rayos lumínicos que se le quieran presentar. Su Alteza el humor vítreo probablemente no tendrá novedad.
Su alteza, acompañado de su tercera mujer, la reina Doña Leonor, hermana del César Carlos V, con más ricas y pomposas galas que nunca y circundado de brillante y vistosa comitiva, había acudido a la iglesia para presenciar la ceremonia religiosa y darle mayor lustre.
Inclinóse después Su Alteza hacia los dos caudillos Nolles y Calverley, que cerca tenía, y habló con ellos breves instantes. Ambos nobles salieron inmediatamente de la cámara con altanero paso y gozosa sonrisa. Juro por los santos del Paraíso, continuó el príncipe, que así como he sido aliado generoso, sabré ser también enemigo implacable.
»A 22 de el corriente se celebró en Palacio el felicisimo dia de el cumplimiento de años de la Reyna N. S., y á la noche se representó la famosa comedia de los Juegos Olímpicos, que Su Magestad honró con Su Real presencia, asistido de Su Alteza.» 1678. «La Gazeta ordinaria de Madrid. Martes 11 de enero 1678.
Mi opinión era que le mandase a usted la cuerda con que merece ser ahorcado, pero él se empeñó en darle un salvo-conducto hasta la frontera y quinientos mil pesos. Pues entre las dos ofertas prefiero la de usted, señor mío. ¿Es decir que rehusa usted la del Duque? Desde luego. Así se lo dije a Su Alteza. Y el bribón que había recobrado todo su aplomo, me dirigió la más alegre de sus sonrisas.
Aquél se consagró al teatro algunos años antes que éste, pero la influencia preponderante de ambos en los de su patria comienza á hacerse sentir casi en la misma época, hacia 1590. Cosa es cierta. Al fin, la comedia está Subida ya en tanta alteza, Que se nos pierde de vista: ¡Plega á Dios que no se pierda!
Señora, señora mía dijo, ó quiso decir Migajas mi dicha es tanta que no puedo expresarla. Pues bien manifestó la señora con majestad puesto que quieres ser mi esposo, y por consiguiente, Príncipe y señor de estos monigotiles reinos, debo advertirte que para ello es necesario que renuncies á tu personalidad humana. No comprendo lo que quiere decir Vuestra Alteza.
Usías son la bondad y nobleza misma. ¡Cómo se conocen la alteza del origen y la excelencia de la sangre! ¡Ah! ¡Usías se han puesto de ser redentoras de todos los que en torno mío me abruman á penas, amargando mi vida! ¿Y qué sería de esa pobre niña sin el amparo de usías, cuando las ideas del día han echado en su corazón tan perniciosas raíces?
El coronel le llamaba «Alteza», como si fuese de una familia reinante y no un simple príncipe ruso. Pero esto era cuando había alguien presente, por una costumbre adquirida en tiempos de la difunta princesa Lubimoff, y para sostener el prestigio del hijo, al que conocía desde niño.
Allá la ley te condena, Y aquí te absuelve mi aliento; Aquí puedo ser bizarro, Y allí he de ser justiciero; Allá he de ser tu enemigo, Y aquí ser tu amigo quiero; Que allá no podré dejar De ser Rey, como aquí puedo; Porque para que riñeses Sin ventaja cuerpo á cuerpo, Me quité la alteza, y sólo Vine como caballero.
Palabra del Dia
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