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Actualizado: 4 de mayo de 2025
En 31 de Agosto trajo á Sevilla Alvaro de Goa la noticia «del vencimiento que á Dios ntro. señor plogo de dar al rey don alfon ntro. señor en la batalla que su alteza agora diera contra don enrrique su aduersario et contra los que con el venían. La ciudad le dió en albricias 10000 maravedises.
Pero antes de alcanzar tanta dicha, antes de subir a tanta alteza, ¿qué pruebas de bondad no habrá dado el alma? ¿Por qué áspera senda no habrá tenido que trepar, activa, atenta y persistente?
Al día siguiente, después del almuerzo, se arrepintió, pero ya era tarde para encontrar al chófer que le había servido la tarde del duelo, y que don Marcos acababa de ascender al rango de «proveedor de Su Alteza». ¿Adónde ir, seguro de no tropezarse con las personas que ocupaban su recuerdo?... Cuando empezaba á caer la tarde se dirigió á las terrazas del Casino.
Aquel enfermo no era un enemigo digno de su sable; había que establecer cierta igualdad entre los dos, y para eso servía la pistola, única arma que se presta á las sorpresas y caprichos del azar. «De todos modos lo mataré», pensó Lubimoff, acordándose de sus habilidades de tirador. Advierto á su Alteza siguió diciendo el coronel que lo mismo da un arma que otra.
La campesina, que experimentaba ante las gentes de justicia un miedo supersticioso, amenazó, sin embargo, con un pleito, aunque tuviera que vender su casucha y su campo de la montaña. Hubo que derribar todo el muro y volver á construirlo medio metro más acá. Unos sesenta mil francos perdidos; nada para Su Alteza, pero yo sospecho á veces si esto pudo acelerar su muerte.
8 El hombre de doble ánimo, es inconstante en todos sus caminos. 9 El hermano que es de baja suerte, gloriese en su alteza; 10 mas el que es rico, en su bajeza; porque él se pasará como la flor de la hierba. 11 Porque salido el sol con ardor, la hierba se seca, y su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todos sus caminos.
Tenéis, y muy bien ganados, cuantos lauros puede conquistar un hombre y hora es ya de que descanséis. Escudero, decid á vuestro amo que es muy bienvenido á mi corte, y que si gusta de tomar algún descanso y refrescar en mi compañía antes de la justa, pronto estoy á obsequiarle. Perdonad, señor, no puede beber con Vuestra Alteza. Que designe, pues, al caballero de su elección.
Cosa es cierta. Al fin la comedia está Subida ya en tanta alteza, Que se nos pierde de vista: ¡Plega á Dios que no se pierda! Hace el sol de nuestra España, Compone Lope de Vega, La fénix de nuestros tiempos Y Apolo de los poetas, Tantas farsas por momentos, Y todas ellas tan buenas, Que ni yo sabré contarlas, Ni hombre humano encarecerlas.
¡Ya! su excelencia quiere sin duda privar desde temprano con su alteza, y esto es ya un principio de rebeldía.
Así había conocido á Castro y á Spadoni, los cuales se limitaron á preguntarle si ganaba mucho en el juego. Al anunciar el príncipe su llegada, Toledo obligó á su ilustre compatriota á acompañarle á la estación, para presentarlo sin perder tiempo. Una gloria de nuestro país... ¡Su Alteza, que ama tanto las cosas de España!
Palabra del Dia
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