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Actualizado: 21 de mayo de 2025
¿Cómo que no? -replicó Sancho-. Llevalde luego donde verá por sus ojos el desengaño, aunque más el alcaide quiera usar con él de su interesal liberalidad; que yo le pondré pena de dos mil ducados si te deja salir un paso de la cárcel. -Todo eso es cosa de risa -respondió el mozo-. El caso es que no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven.
Al conocerse esta fuga al día siguiente, 27 de Marzo, produjóse en la ciudad el consiguiente escándalo, viniendo á levantarse un rumor, que fué tomando cuerpo, y el cual era que el Alcaide, D. Juan de la Cruz, no fué tan sorprendido como parecía con aquella fuga, y que para dejarse atropellar había recibido de antemano más de una reluciente moneda de oro.
¡Ah! ¡eres tú, bufón! dijo el duque contrariado. Soy tu amo contestó el tío Manolillo. ¿Qué quieres? Muy poca cosa: una orden tuya al alcaide de la cárcel de Villa, para que me deje hablar á solas, cuando yo quiera, con el cocinero mayor del rey. ¡Cómo? ¿Montiño está preso? ¿y por qué? Por un homicidio. ¿Pero á quién ha muerto? Al amante de su mujer. ¡Cómo! ¿no lo habías matado tú?
CELIND. No es miedo, Bajamed, que ha sido fuerza Ir a Alora los dos, porque era preso De su alcaide Narváez, y al tercer día Juró volver si libertad le diese; Y ella, como mujer, con él ha ido, Ansí por no esperar tu justo enojo Como por no dejar a su marido. ZORAID. Ensíllame un caballo, ponle a punto; Dame una lanza y una adarga fuerte; Podrá ser que le alcance en el camino.
Sra. de los Reyes, y tenemos una nota del año de 1496 en la cual consta que el 14 de Agosto de dicho año el Alguacil mayor de Sevilla Dn. Alfon de Guzman «fizo fiesta en la plaza de San Francisco de juegos de cañas y de toros asistiendo en ellas el sr. duque de medina sidonia el alcaide de los donceles y otros muy nobles caballeros.»
Viendo don Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza, que tal le pareció a él el ventero y la venta, respondió: -Para mí, señor castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas, mi descanso el pelear, etc.
ABIND. ¿De qué me tiene el Rey a mí tal odio, Si os hace el Rey a vos mercedes tantas? ¿Por ventura soy yo del Rey esclavo? ¿He cometido algún delito inorme Contra sus leyes o real cabeza, Que me manda dejar solo en Cartama Y sujeto al alcaide que aquí viene; Y a vos, que sois mi padre, y a Jarifa, Mi amada hermana, que a Coín se partan?
Doña Clara no tuvo paciencia para que el alcaide acabase de abrir. Golpeó con su pequeña mano la puerta, y dijo con toda la fuerza de sus pulmones y toda la alegría de su alma: ¡Juan! ¡Juan! ¡Clara de mi alma! gritó desde adentro el joven. Sin duda ninguna son marido y mujer, cuando se tratan así delante de gentes dijo el alcaide acabando de abrir.
Don Juan de la Cruz era Alcaide de la cárcel real en 1641, cargo que desempeñó durante no poco tiempo y el cual era bastante codiciado por muchos, dado que en sí llevaba entonces ciertas ventajas y ganancias no despreciables, si bien nada legales.
ABIND. Hoy acabáis de vencer, Como otro Alejandro, el mundo. Parece que agora en él No cabe vuestra persona, Y que os laurea y corona Por reina y señora dél. JARIFA. Si así fuera, dulce hermano, Vuestra fuera la mitad. ABIND. ¿Tanto bien a mi humildad? Dadme vuestra hermosa mano. ZORAIDE, alcaide de Cartama, ALBORÁN, moro. ZOR. ¿Eso dicen en Granada Del buen Fernando?
Palabra del Dia
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