Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Sufra, pues, el civilizadísimo Paris, el tan culto y refinado Paris, el Paris tan sutil, tan impalpable y tan vaporoso; sufra, decimos, que un tosco africano se le entre por las puertas, sin decir ni , ni saco de paja, y le desdoble ciertos pliegues, y le adivine ciertas cuitas, y le ponga el dedo en ciertas llagas, y quite la tierra de ciertas sepulturas, y descubra ciertos cadáveres.

Quedose meditabundo el africano al oír esto, y después se dio golpetazos en la frente, como hombre que experimenta gran confusión y desconsuelo. «Perdoñar ... Olvidar dicer ti cosa. ¿Qué? ¿Vas a salir ahora con inconvenientes? ¿Es que la operación no vale porque faltaría algún requisito? Olvidar requesito... No valer, poique ser muquier.

Había traído de su larga temporada en Niza una tez pálida y lustrosa, una tez de monja en clausura; pero ya estaba obscuro como los demás, con la cara bronceada y curtida por el aire del mar y el sol africano de la isla. Vivía en la montaña, en una casucha inmediata a los bosques de pinos, cerca de los carboneros que proporcionaban combustible a su fragua. Esta no se encendía todos los días.

Lo digo sin rebozo; seré un africano bravío, un hombre montaraz; pero casi, casi me va fastidiando este enorme bazar de sonrisas, de genuflexiones, de perdones, de gracias: esta exposicion universal de exageraciones y de bicocas. Pero no digo bien; me fastidiaba antes; ahora no.

Esta mansion espléndida será asolada y convertida en escombros; sus jardines se trasformarán en mústio páramo, mis tesoros rodarán entre el polvo, y lo que es hoy teatro de placer y de alegría se trocará en escena de desolacion y ruinaEl estilo de esta capilla indica perfectamente la transicion del bizantino al africano.

Un sol africano lanzaba torrentes de oro sobre la tierra, resquebrajándola con sus ardorosas caricias. Sus flechas de oro deslizábanse entre el follaje, toldo de verdura bajo el cual cobijaba la vega sus rumorosas acequias y sus húmedos surcos, como temerosa del calor que hacía germinar la vida por todas partes. Los árboles mostraban sus ramas cargadas de frutos.

Así transcurren las horas hasta la caída de la tarde, en que se entregan al baile africano conocido por el "maní", y entregados á esa salvaje expansión, llena de movimientos lúbricos, están hasta muy entrada la noche. Duermen casi todos en el suelo, cubiertos con un par de yaguas, y las mujeres van á los bohíos cercanos al campamento con sus chiquillos.

En primer lugar, cierto señor Darling, tío y tutor de una riquísima americana, actualmente en el castillo de Argicourt, y que parece querer muy bien a nuestro africano, a quien encontró en el curso de un viaje a Argelia, donde les prestó un señalado servicio... Y además... Además el conde de Candore, apasionado de la joven miss y a quien los laureles del capitán Raynal impiden dormir.

Deteniendo a intervalos el curso de las imágenes, Ramiro rebuscaba todavía el sentido de las escenas que se sucedieron ante él. ¿Qué podía significar aquella repartición de largas agujas de espartañero, cuya punta ensayaban algunos en su propia mano; y, luego, aquel sordo clamor colectivo, simulando todos en el aire el gesto homicida? ¿Qué dijo en su discurso aquel viejo de africano rostro que vociferaba y gesticulaba junto al hachón encendido, produciendo de tiempo en tiempo, con su gorro escarlata recubierto de conchas marinas, fuerte castañetazo para avivar la atención?

Las lugareñas de más tono usan mantilla sin velo ni blondas, esto es, una gran tira de franela negra, con anchas franjas de terciopelo. Las muy pobres, hacia Levante, llevan el mantón doblado en triángulo, pendiente de la cabeza, lo que les ahorra otro pañuelo y les da un aire míseramente africano.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando