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Actualizado: 15 de junio de 2025
Ignoro lo que ha sido del desgraciado Gerardo Broschi... no le he vuelto a ver después de la muerte de su hijo; pero si entretanto pareciese... aun cuando yo no exista... toda esta fortuna es suya... ¡El sólo es el heredero de su hijo! Fernando, y tú, hermana mía, no lo olvidarán... Me lo han jurado, y gracias a esta promesa, puedo aceptar sin temor todas las condiciones del duque de Carvajal.
Adiós, Crainqueville; mi nieto me espera. Para el pobre no hay fiestas. Esta noche trabajará como todas. El filósofo ambulante, que había terminado por aceptar la vida ilusoria de su compañera, creyó del caso darle algunos consejos. Te estás matando. Apenas comes; bebes demasiado. Gastas tu dinero exageradamente; vas á perder tu capital.
Cuando a Fortunato le ofrecieron el obispado de Vetusta, él vaciló; mejor dicho, se propuso pedir de rodillas que le dejaran en paz: pero Paula le amenazó con abandonarle. «¡Eso era absurdo!». Solo ya no podría vivir. «No por usted, señor; por el chico es necesario aceptar». «Acaso tenía razón». Camoirán aceptó por el chico... y fueron todos a Vetusta.
»Y, entretanto, al aceptar las reflexiones de mi madre y el consejo de Pepe Guzmán, ¿no había suscrito yo, implícitamente, un contrato de deslealtades y perjurios por el resto de mi vida? Y la que estaba resuelta a lo más, ¿por qué se detenía ante lo menos?
Tres horas despues Mr. D llegó en su hermoso coche delante del hotel, y entró á suplicarnos que le permitiésemos presentarnos á su familia y que tomásemos el té en su casa. Era imposible no aceptar invitacion tan galante, y ademas nuestra curiosidad estaba vivamente excitada. Mr.
Amigo mío dijo Huberto a este último, si yo hubiera sabido dónde encontrarlo hoy, habría ido a buscarlo; he ensayado mi máquina, es una maravilla. Desgraciadamente, yo trabajaba y no habría podido aceptar su amable invitación. Paso los días trabajando, lo cual no es divertido. En seguida volviéndose hacia Juan, Jaime continuó: Y bien, amigo, ¿qué hay de nuevo hoy?
De todas maneras, el aldeano había desaparecido, y los buenos deseos del madrileño quedaron sin realizar; pero don Silvestre tuvo que aceptar de su amigo una moneda de oro para entregársela al pobre labrador lo más pronto posible.
Bien sabe Dios que nunca he olvidado tanta generosidad; pero esa noche me sonrojé, me dio vergüenza aceptar los servicios del médico, sin retribuirlos debidamente. Vamos... prosiguió don Crisanto, en tono afable, ¿ya te resolvió Castro Pérez? ¿Vas a servirle de amanuense? El martes estaré por allá. No entiendo nada de esas cosas.... Bueno; pero todo se aprende.
La gratitud y la lástima la hacían ser bondadosa, con palabras de triste consuelo. ¡Ah, gros coco! Había que tomar la vida tal como se presenta; aceptar las cosas buenamente, sin empeñarse en pedir imposibles. Cada uno se enamoraba á su hora.
No ha mucho, señor, la señorita Margarita le ha dado en un momento de distracción, algunas instrucciones, que no eran seguramente del deber de usted. La susceptibilidad de usted se ha sublevado muy justamente, lo reconocemos, y las señoras me han encargado le haga aceptar sus disculpas.
Palabra del Dia
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