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Actualizado: 18 de mayo de 2025
¡Chica, tengo un hambre de lobo! entró diciendo . ¿Cuándo acabáis de abrir el buffet? ¡Ah! ¿Conque os vais por los rincones? ¡Prudencia, Clementina, prudencia!... Hija, yo no puedo aguardar más: dame algo de comer, o me caigo. Clementina la llevó riendo a un rincón y le hizo servir algunas viandas.
Digo, que acabo de llegar dijo Juan Montiño con cierta tiesura, excitado por el carácter repulsivo de su tío. ¿Pero de dónde acabáis de llegar?... De Navalcarnero. ¡Ah! ¿y quién os envía? Pudiera suceder muy bien que hubiera venido sólo por conocer al hermano menor de mi difunto padre; pero no he venido por eso; vengo porque me envía mi tío Pedro Martínez Montiño, el arcipreste.
Lo que dice la canción que acabáis de oir: la mano en la cuerda, la cuerda en la flecha y la flecha en el blanco. Que es precisamente lo que vosotros hacéis como distracción y pasatiempo los domingos, después del rudo trabajo de la semana. ¿Y la paga? preguntó uno.
Caballero dijo el doctor, siento haberos hecho aguardar, y os suplico que os calméis. Ya conozco el accidente de que acabáis de ser víctima, y me atrevo a esperar que el mal tenga remedio. Pero nada podremos hacer si tenéis miedo de mí. La palabra miedo tiene siempre un sonido desagradable para los oídos franceses.
¡Pero vos lo sabéis todo!¡acabáis de llegar!... Súpelo en San Marcos, y fué un día grande para mí; el único de grandeza que conozco al rey Felipe III; como que desterraba de la corte á vuestro marido, y á mí me permitía venir á enterrarme en ella, ó mejor dicho, á enojarme. ¡A enojaros! Sí por cierto, á enojarme en vuestros ojos. ¡Ah, don Francisco!, el amor debía tener un decálogo. ¡Torpe soy!
Lo que acabáis de decir, señora, aguija el ya grande interés con que vuestra historia escucho, dijo Miguel de Cervantes; pues ¿cómo, señora, si vuestra madre era tan ingrata y desconocida para el amor, versos tenía, para ella compuestos por un amador desdeñado, ni cómo este, sin ventura, pudo ser una desventura para vuestra madre entonces, y ser hoy para vos un crudo enemigo?
No pensáis en la brevedad de la vida, ni en la vanidad de los afanes por cosa temporal; no acabáis de convenceros de que todo se queda aquí. Todo se queda aquí, menos yo, que me voy ahora mismo. JOS
En aquel momento cayó una pesada mano sobre el hombro de Simón, la manaza de Tristán de Horla, á quien se oyó decir con gran calma: Sois un embustero de tomo y lomo, señor arquero, como lo prueban las patrañas que nos endilgáis hace media hora; y sois además un deslenguado y os abofetearé lindamente si repetís las palabras que acabáis de decir.
Pero mi juramento es nulo, en vista de que acabáis de llegar de Inglaterra y ni sabéis lo que ha hecho vuestra gente por aquí, ni es posible exigiros por ello asomo de responsabilidad. Que yo sea ahorcado es cuestión de poca monta, señor, contestó al punto el barón, si bien el género de muerte es menos noble de lo que yo esperara. No insistáis, barón.
Terminado el discurso, rectifica brevemente Pérez, y acto continuo el presidente concede la palabra a Gutiérrez, que con el rostro encendido, las manos trémulas y los ojos inyectados, comienza a gritar más que a decir su oración. «Señores académicos exclama: No es el cristianismo, no, como acabáis de oír, el que ha engendrado nuestra civilización. Todo lo contrario.
Palabra del Dia
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