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Si vaguidos no tengo de cabeza, Pareceme que está mudada en parte De sitio, aunque en aumento de belleza. Qué teatro es aquel donde reparte Con él quanto contiene de hermosura, La gala, la grandeza, industria y arte? Sin duda el sueño en mis palpebras dura, Porque este es edificio imaginado, Que excede á toda humana compostura.

Recibes, dixo Apolo, amigo, engaño. Leyome el pensamiento. Este remedio De los vaguidos cura, y sana el daño. No come este rocin lo que en asedio Duro y penoso comen los soldados, Que están entre la muerte y hambre en medio. Son deste tal los piensos regalados, Ambar y almizcle entre algodones puesto, Y bebe del rocio de los prados.

A lo que Sancho respondió: -Después que tengo humos de gobernador se me han quitado los váguidos de escudero, y no se me da por cuantas dueñas hay un cabrahígo. Adelante pasaran con el coloquio dueñesco, si no oyeran que el pífaro y los tambores volvían a sonar, por donde entendieron que la dueña Dolorida entraba.

No si del ruido de la batalla, ó del vapor que arrojó de la tierra, empapada en la sangre de los contrarios, me han dado unos vaguidos de cabeza, que verdaderamente me tienen como tonto, y no acierto á escribir cosa que sea de gusto, ni de provecho: asi, si vm. viere por allá que algunos poetas, aunque sean de los mas famosos, escriben y componen impertinencias y cosas de poco fruto, no los culpe, ni los tenga en menos, sino que disimule con ellos; que pues yo que soy el padre y el inventor de la poesia, deliro y parezco mentecato, no es mucho que lo parezcan ellos.

Respondióme Cilenio á lo vellaco Con no que vislumbres de ironia: Esto que se recoge, es el tabaco, Que á los vaguidos sirve de cabeza De algun poeta de celebro flaco. Urania de tal modo lo adereza, Que puesto á las narices del doliente, Cobra salud, y vuelve á su entereza. Un poco entonces arrugué la frente, Ascos haciendo del remedio estraño, Tan de los ordinarios diferente.

Decíame don Diego que qué haría él para persuadir a las tripas que habían comido, porque no lo querían creer. Andaban vaguidos en aquella casa, como en otras ahitos. Llegó la hora del cenar pasóse la merienda en blanco ; cenamos mucho menos, y no carnero, sino un poco del nombre del maestro, cabra asada. Mire vuestra merced si inventara el diablo tal cosa.

Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida.

Y el salvaje prosiguió diciendo: -Y ocupe las ancas el escudero, si es que lo tiene, y fíese del valeroso Malambruno, que si no fuere de su espada, de ninguna otra, ni de otra malicia, será ofendido; y no hay más que torcer esta clavija que sobre el cuello trae puesta, que él los llevará por los aires adonde los atiende Malambruno; pero, porque la alteza y sublimidad del camino no les cause váguidos, se han de cubrir los ojos hasta que el caballo relinche, que será señal de haber dado fin a su viaje.