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Hizo un gesto a los músicos, y éstos, incapaces de desobedecer en nada a la autoridad, acometieron una música más viva y endiabladamente alegre que la de antes. ¡Pero como si tocasen a muerto!... Todos permanecían inmóviles y enfurruñados, pensando cómo podría acabar esta inesperada presentación.

Y esos sabinos parece que están petrificados... Se los tomaría por ídolos de piedra. ¡Si al menos tocasen algo con sus trompetas! ¡Mirad, se mueven! MARCIO. ¡Señores romanos!

Fué el segundo certamen el de la esgrima: tomó el ganancioso la espada negra, con la cual, a seis que le salieron, cada uno de por , les cerró las bocas, mosqueó las narices, les selló los ojos y les santiguó las cabezas, sin que a él le tocasen, como decirse suele, un pelo de la ropa. Alzó la voz el pueblo, y de común consentimiento le dieron el premio primero.

Oyendo lo cual Trifaldín, inclinó la rodilla hasta el suelo, y, haciendo al pífaro y tambores señal que tocasen, al mismo son y al mismo paso que había entrado, se volvió a salir del jardín, dejando a todos admirados de su presencia y compostura.

Emma venía vestida con un magnífico traje, que ninguno de ellos le conocía; traía la cara llena de polvos de arroz; el peinado de mano de peinadora, cosa en ella nueva por completo, pues nunca había consentido que le tocasen la cabeza manos ajenas, y lucía una pulsera de diamantes y collar y pendientes de la misma traza, todo muy caro y todo nuevo para el esposo y para el administrador.

Ningún hombre la había besado hasta entonces; solamente su primo la había dado un beso a traición, pero le costó caro, porque le dejó caer dos vasos de limón sobre la cabeza: hasta en los juegos de prendas hacía que pusieran las manos delante, para que no le tocasen la cara con los labios.

Pero la Virgen de la Esperanza y Jesús del Gran Poder los estaba viendo desde sus primeros años, y a éstos que no se los tocasen. Su sensibilidad de rudo mocetón conmovíase ante el dolor teatral de Cristo con la cruz a cuestas, el rostro sudoroso, angustiado y lívido, semejante al de algunos camaradas que había visto tendidos en las enfermerías de las plazas de toros.

En sus ojos volvió a brillar de repente la alegría y la serenidad. «Pierda usted cuidado, mi amo respondió con voz clara y gozosa ; antes que le tocasen a usted el pelo de la ropa ya había yo despachado tres o cuatro al otro barrioMe acosté en la íntima persuasión de que decía verdad.

Aunque me las cubriesen de monedas de plata no quisiera que tocasen en ellas. El día que escuche silbar por los castañares de Carrio los pitos de esas endiabladas máquinas que llaman locomotoras, será uno de los más tristes de mi vida. ¡Alto allá, D. Félix! Esos señores que abren las minas traen muy bien repleta la bolsa al decir de la gente.

Don Mateo, buscando medio de substituir a la orquesta, había dado con un arpista y un violín italianos, y los subvencionó, de su bolsillo particular, para que tocasen.