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Cada cuadro de la Ilíada es una escena como ésas. Cuando los reyes miedosos dejan solo a Aquiles en su disputa con Agamenón, Aquiles va a llorar a la orilla del mar, donde están desde hace diez años los barcos de los cien mil griegos que atacan a Troya: y la diosa Tetis sale a oírlo, como una bruma que se va levantando de las olas.

Tetis sube al cielo, y Júpiter le promete, aunque se enoje Juno, que los troyanos vencerán a los griegos hasta que los reyes se arrepientan de la ofensa a Aquiles.

10 Tetis y Peleo, fiesta que se hizo á las bodas de la serenísima señora Doña María Teresa de Austria, reina de Francia, de D. José de Bolea. 11 Nuestra Señora de la Luz, de D. Francisco Salgado. 12 Cómo se vengan los nobles, de D. Agustín Moreto. 1 El bruto de Babilonia, de D. Juan de Matos Fragoso, D. Agustín Moreto y D. Jerónimo de Cáncer. 2 La montañesa de Asturias, de Luis Vélez de Guevara.

En el acto primero se describe la locura fingida de Ulises, para eximirse con ella de tomar parte en la guerra de Troya, y después la vida salvaje de cazador, que lleva el joven Aquiles, educado por Chirón en un desierto agreste y montañoso. En el acto segundo Tetis se lleva á Aquiles, disfrazado de doncella, á la corte del rey Nicomedes, en la cual vivirá en lo sucesivo entre mujeres vírgenes.

Mario la besó con el mismo tierno respeto que Peleo besaría la de Tetis, su inmortal querida. Pero acabado de hacerlo, casi en el mismo instante pareció el mozo con una fuente entre las manos, y Carlota reveló su condición mortal ruborizándose hasta las orejas.

Así se enojó Aquiles, y ésos fueron los sucesos de la guerra, hasta que se le acabó el enojo. A Aquiles no lo pinta el poema como hijo de hombre, sino de la diosa del mar, de la diosa Tetis.

Océano era un viejo dios de luengas barbas y cornuda la cabeza, que vivía en una caverna submarina con su mujer Tetis y sus trescientas hijas las Oceánidas. Ningún argonauta se atrevía á ponerse en contacto con estas divinidades misteriosas. Sólo el grave Esquilo había osado representar á las Oceánidas, vírgenes verdes y sombrías, llorando en torno del peñón en que estaba encadenado Prometeo.

Una fiesta, en la cual Calderón ha manejado con gran libertad el mito conocido de las Metamorfosis, de Ovidio, I, 745 y siguientes, y II, 1 y siguientes, variándolo con arreglo á otros motivos dramáticos, inventados por el autor. Faetón y Peleo se enamoran ambos de Tetis, y el primero pierde la razón á la puesta del carro del Sol, al ver que Peleo roba á Tetis y se la lleva. Apolo y Clímene.