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Enderezada por esta piadosa vía, que todos los santos han recorrido, para honra de Dios y del género humano, y socorrida de su viva imaginación, llevó a cabo una porción de actos extraños y hasta incomprensibles para aquellos cuya atención está convertida al mundo y no a las prácticas religiosas, actos que el ilustre biógrafo de Santa Isabel califica de secretas y santas fantasías, que son los peldaños místicos por donde el alma sube a la perfección y se comunica con Dios.

En esto se abrió un poco mi bata y hubo de descubrirse mi garganta: no mucho más que lo que en un baile o en una recepción de etiqueta se deja ver al público. El sonrojo y la turbación de mi amigo subieron entonces de punto. Pero ¡qué imaginación tan poderosa y tan socorrida la suya!

Coletilla había salido diciendo que no volvería hasta dentro de tres días, por tener que ocuparse fuera de cierto asunto; y ellas estaban comentando esta rara determinación, cuando aconteció un suceso que dió por resultado la expulsión definitiva de la huérfana. #El bonete del Nuncio.# La sastrería clerical fué industria muy socorrida y floreciente en el siglo pasado.

Una tarde fueron a comer a un bodegón de Triana, porque decía Juanito que era preciso conocer todo de cerca y codearse con aquel originalísimo pueblo, artista nato, poeta que parece pintar lo que habla, y que recibió del Cielo el don de una filosofía muy socorrida, que consiste en tomar todas las cosas por el lado humorístico, y así la vida, una vez convertida en broma, se hace más llevadera.

En un puerto de esta naturaleza no puede subsistir mucho tiempo una colonia, á menos que esta fuese socorrida desde el Rio de la Plata con todos aquellos víveres que se juzgan de primera necesidad: pero aun en este caso, no podria servir de escala á las embarcaciones españolas que navegan á la mar del sud, por las razones que quedan expuestas.

La naturaleza se cura sola; no hay más que dejarla. Las fuerzas reparatrices lo hacen todo, ayudadas del aire. El hombre se educa sólo en virtud de las suscepciones constantes que determina en su espíritu la conciencia, ayudada del ambiente social. D. Baldomero no lo decía así; pero sus vagas ideas sobre el asunto se condensaban en una expresión de moda y muy socorrida: «el mundo marcha».

Fue común opinión que no se habían de encerrar los nuestros en la Goleta, sino esperar en campaña al desembarcadero; y los que esto dicen hablan de lejos y con poca experiencia de casos semejantes, porque si en la Goleta y en el fuerte apenas había siete mil soldados, ¿cómo podía tan poco número, aunque más esforzados fuesen, salir a la campaña y quedar en las fuerzas, contra tanto como era el de los enemigos?; y ¿cómo es posible dejar de perderse fuerza que no es socorrida, y más cuando la cercan enemigos muchos y porfiados, y en su mesma tierra?

Allí se asienta, que será mejor y muy ventajoso se reedifique la ciudad en la costa, con el fin de que, en el caso de ser insultada por los enemigos de tierra, pueda, con facilidad ser socorrida de la provincia de Chiloé en piraguas, y de la plaza de Valdivia en sus lanchas: y desde luego este pensamiento está conforme con lo que dispone la ley 2, título 5, libro 4 de las Recopiladas de estos reynos, en que se previene, que las tierras que se hubieren de poblar, tengan buenas entradas y salidas, por mar y tierra, de buenos caminos y navegacion, para que se pueda entrar y salir facilmente, comerciar y gobernar, socorrer y defender; pues estando tierra adentro, se haria mas difícil, por ser mas forzoso á los socorros abrir camino con las armas, y mucho aumento de estas para la seguridad de las escoltas y bageles que quedasen en el puerto aguardando las resultas.

El rey recurrió al obispo y cabildo pidiéndoles un donativo, y á 12 de agosto le asistieron con 2000 ducados del caudal de Cabeza de rentas. Socorrida la plaza, levantó el enemigo el sitio el 10 de octubre: recibióse la noticia en Córdoba el 17, y se celebró en la catedral solemnemente.

Don Quijote se acorrucó y se cubrió todo, no dejando más de el rostro descubierto; y, habiéndose los dos sosegado, el primero que rompió el silencio fue don Quijote, diciendo: -Puede vuesa merced ahora, mi señora doña Rodríguez, descoserse y desbuchar todo aquello que tiene dentro de su cuitado corazón y lastimadas entrañas, que será de escuchada con castos oídos, y socorrida con piadosas obras.