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El cuitado de D. Valentín no sabía qué hacer: andaba inquieto; bullía de un lado á otro, sin atreverse á entrar en la alcoba de su mujer para que no le despidiese á gritos, porque venía á turbar su reposo, y sin atreverse tampoco á no estar allí cerca para que su mujer no le acusase de indiferente, egoísta y desalmado, que no miraba con interés sus males, y ni siquiera preguntaba por su salud.

Pues á mi vez prefiero la astilla de las puertas del templo, dijo por su parte Simón, y aquí os entrego tres ducados, de cuatro que me quedan. Y aquí van dos más, agregó Tristán. Y cuatro míos, dijo Roger. Con lo cual se despidieron del piadoso y cuitado peregrino, llevándose aquellas venerables reliquias tan impensada cuanto fácilmente adquiridas.

Ofrecían un duro por cada peseta que quisieran arriesgar en favor de aquel cuitado. Y no ocultaban su asombro cuando veían aceptadas sus proposiciones por las gentes del país. ¡Qué zonzos! ¡Y cómo iban á perder el dinero!... La segunda hora de la lucha se desarrolló en silencio. La gente parecía anonadada por la monotonía del espectáculo.

Como el convento de Santo Domingo está casi á la entrada, no tuvo el padre que atravesar calles con aquel séquito. En el convento se apeó, y apenas se reposó un poco, se dirigió á casa de D. Valentín Solís, ó más bien á casa de Doña Blanca. El cuitado de D. Valentín se había anulado de tal suerte, que nadie en el lugar llamaba á su casa la casa de D. Valentín.

Don Quijote se acorrucó y se cubrió todo, no dejando más de el rostro descubierto; y, habiéndose los dos sosegado, el primero que rompió el silencio fue don Quijote, diciendo: -Puede vuesa merced ahora, mi señora doña Rodríguez, descoserse y desbuchar todo aquello que tiene dentro de su cuitado corazón y lastimadas entrañas, que será de escuchada con castos oídos, y socorrida con piadosas obras.

Entonces me lo dijo con una sangre fria, con un aplomo, con una conciencia de su buen derecho, que yo le escuchaba y no comprendia qué queria decirme. ¡Cuitado de mi! Me mudaba por ahorrarme 50 francos mensuales, y aquel hombre me pedia 67. ¿Qué es esto? Yo tengo el defecto de que doy demasiada importancia al no quejarme, al sufrir en silencio; pero esta vez no quise callar.

Presume que es un libro de memoria, Aquel puesto en vitela encuadernado, Con letras de oro para mayor gloria: Elegante, gracioso y no cansado, Y que debiendo estar entre cristales Recogido, le goza el más cuitado. Allí en cuatro horas, y esto no cabales, Se recopilan con sublime acento Las cosas que nos dan largos anales.

Meditaba, señor Velasco repuso Ramiro, en los graves desengaños de este mundo, y que cuando yo era mancebillo daba por seguro llegar a ser algún día un Hernán Cortés o un Gonzalo de Córdoba; e agora he venido a parar en el más ruin y cuitado de los pajes. ¡Si mis ojos fueran capaces de llorar!

Á uno de los balcones de nuestro hotel, á uno de los balcones de nuestra estancia; nos mira á nosotros. ¡Cuitada madama Fonteral! ¡Cuitado de ! Recibo la mirada tímida y vacilante de la pobre Luisa, y aquella timidez recatada, aquella medrosa vacilacion, me imponen casi miedo.

Llegó un día, no obstante, en que el cielo y la tierra le desampararon. Arrojado de todas partes, sin tener un pedazo de pan que llevarse a la boca, ni ropa con que preservarse del frío, comprendió el cuitado con terror que se acercaba el instante de pedir limosna.