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Había de hablar de la protección dada al Príncipe de Condé y de los oficios hechos con él para que se reconciliase con su Rey. Quedaba todavía un recurso, el último: el Tribunal de la Inquisición. Gonzalo Pérez emprendió viaje á Roma con recomendaciones del Nuncio para interesar al Papa; Antonio escribió á Fr.

El canónigo quedóse al oir aquello todo confuso, pero reponiéndose comenzó á negar muy obstinadamente y tan cerrado, que el conde hubo de amostazarse y amenazarlo con dar cuenta del suceso al arzobispo y al Nuncio en Madrid.

Que en medio del infortunio había tenido al menos el consuelo de advertir que el ilustre Condestable de Castilla, D. Baltasar de Zúñiga, Embajador de España en Francia, y Ángelo Badoer, Nuncio de Venecia, no habían olvidado la manera de conducirse con ellos en este delicado asunto. Por último, que con las manos juntas se confiaba en Dios todopoderoso y en la gracia de su soberano.

Rocchio, inmóvil, sentía que aquel número siniestro, 350, le apretaba la garganta, le ahogaba; toda la cólera de que en el día había hecho provisión, y que hacía hervir su sangre, iba a descargarla sobre aquella cifra, nuncio fatal de su ruina.

Déjese convencer siquiera por las grandes cosas que admiran sus ojos, por esa eterna Naturaleza cuyos inviernos son nuncio de primavera y la muerte es siempre en ella el prólogo de una resurrección esplendorosa. »¿No es verdad que, al parecer, bajo esas nieves y esos hielos invernales no puede estar latente la vida para hacer su aparición pujante y vigorosa algo más tarde?

Entonces apareció el gatera madrileño, valiente, arriscado, dicharachero y dispuesto a darse de cachetes o puñetazos con el más bravo, y a echarle la zancadilla al mismo nuncio. Con unos cuantos pescozones oportunos se hizo respetable. Cierto día, otro aprendiz de más edad sacó contra él una navajilla.

Pero yo nada tengo que ver con eso, murmuró S. E.; que se dirija al Director de Administracion, al Gobernador de la provincia ó al Nuncio... Lo que le diré á usted, dijo el P. Camorra, es que ese maestrillo es un filibusterillo descontento: ¡figúrense ustedes que el hereje propala que lo mismo se pudren los que se entierran con pompa que los que sin ella! ¡Algun día le voy á dar de cachetes!

Ya sabe Dios lo que hace, y hasta podría suceder que lo que creemos un mal fuera un bien, y que el buen D. Romualdo, al marcharse, nos dejara bien recomendadas a un obispo de acá, o al propio Nuncio... Yo creo que . En fin, allá veremos».

Vuelva a su juicio dijo el Gúesped ; que aquí no hay almidones ni toda esa tropelía de disparates que ha referido, y mucho mejor fuera llevalle a casa del Nuncio , donde pudiera ser con bien justa causa mayoral de los locos, y metelle en cura; que se le han subido los consonantes a la cabeza, como tabardillo.

Gozaba igualmente el honor de ser recibido en el palacio episcopal y de que el Nuncio de Su Santidad le llamase por su nombre cuando le besaba el anillo en el paseo. Y sobre estas bellas cualidades que le hacían estimable y simpático en sociedad, particularmente a las señoras, poseía Godofredo algunas otras dignas de aprecio.