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-Tampoco donde hay luces y claridad -respondió la duquesa. A lo que replicó Sancho: -Luz da el fuego y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan, y bien podría ser que nos abrasasen, pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas. -Ello dirá -dijo don Quijote, que todo lo escuchaba. Y dijo bien, como se muestra en el capítulo siguiente.

Yo, aunque la obra es notable, hubiera deseado que no la hicieran, pues con él han quitado á Venecia su fisonomía de flotante y poética, aislada como está entre las aguas que la cercan por todas partes.

Soy rico, soy solo en el mundo, sencillo en mis gustos, inclinado á hacer el bien que puedo, refractario á la envidia y á la maledicencia, y no puedo contemplar, sin estremecerme, los dardos que me arrojan las rivalidades que cercan mi puesto, y la baja adulación de los que me necesitan ó me temen.

¡No quiero morir! repitió . Hay momentos en que adivino que me siguen y me cercan... Tal vez me han conocido y esperan el momento de sorprenderme en pleno trabajo... Ayúdame: hazme salir de aquí; mi muerte es segura. ¡He hecho tanto daño!... Calló un momento, como si calculase todos los delitos de su vida anterior.

En estos largos viajes el proletario argentino adquiere el hábito de vivir lejos de la sociedad y de luchar individualmente con la naturaleza, endurecido en las privaciones, y sin contar con otros recursos que su capacidad y maña personal para precaverse de todos los riesgos que le cercan de continuo.

Entonces interrogué a Sa-Tó; y su dedo respetuoso fué señalándome el Templo de los Antepasados, el Palacio de la Soberana Concordia, el pabellón de las Flores de las Letras, el kiosco de los Historiadores, brillando, entre los bosques sagrados que los cercan, con sus tejados lustrosos, azules, verdes, escarlata y de color de limón.

Altos y elegantes chopos ceñían las bien cultivadas llanuras, verdes e iguales, a manera de un collar de esmeraldas. De entre el blanco y limpio caserío se destacaban las torres de los campanarios. Lucía se signaba al verlas. Al pasar por delante de Vitoria un recuerdo acudió a su mente. Se lo trajeron las largas alamedas que adornan y cercan la ciudad.

Se cruza por medio de él, y conducido por el vapor, el conjunto de lagunas que cercan la ciudad por el lado de Padua: como el puente no tiene mas anchura que la necesaria, y desde los vagones no se ve, el viajero se figura atravesar el mar con un ferrocarril que resbala por su superficie.

Y diciéndoles adiós con la mano y haciéndoles al mismo tiempo seña de que no le siguiesen, se metió en la estación uniéndose a la multitud que en aquella hora la llenaba. ¡Nada! ¡nada! ¡nada! murmuraba reclinado en el fondo de un coche mientras la locomotora le arrastraba velozmente al través de los campos adustos, melancólicos que cercan a Madrid.

Mas ahora el monstruo callaba como un muerto, y dejaba pasar sobre su lomo bruñido los rayos temblorosos de la luna, que formaban sobre la oscura linfa un reguero luminoso. Negreaban las altas montañas que lo cercan arrojando sobre él capas de sombra. El cielo parecía cortado por sus enormes masas dentadas.