United States or Slovenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los cielos cenicientos y sombríos, crespas las hojas, lívidas y mustias, y era una noche del doliente octubre del tiempo inmemorial entre las brumas, era en las tristes márgenes del Auber, el lago tenebroso de aguas mudas, ante los bosques tétricos del Weir, la región espectral de la pavura.

Verificose la triste ceremonia al amanecer del día 22, hora en que el temporal parece que arreció exprofeso, para aumentar la pavura de semejante escena. Sacados sobre cubierta los cuerpos de los oficiales, el cura rezó un responso a toda prisa, porque no era ocasión de andarse en dibujos, e inmediatamente se procedió al acto solemne.

No se llegaba a percibir de sus rostros sino los raspados mentones, por debajo de las capillas; sus manos cruzadas por dentro de las mangas, dejaban colgar los rosarios. Todas las voces, todos los balbuceos de franciscanos, dominicos, agustinos, jerónimos, teatinos, carmelitas, se unían en un coro uniforme, que aumentaba la pavura, cual dolorosa plegaria de otro mundo.

Mira, amiguito mío, cómo vencen los de aquí. Ya van los otros en retirada. ¡Grande y poderoso rey! Daría la mitad de mi vida por ponerme encima de su casco, de aquel áureo yelmo, ante cuya cimera se inclinarán con pavura todos los monarcas y naciones de la tierra.

¡Turba el nocturno sosiego súbita alarma, y entonces a gran campana de bronce toca a fuego! ¡Qué terrífica pavura la siniestra nota augura! Es desesperado ruego desgarrador y tenaz al rojo elemento ciego cada instante más frenético, cada instante más voraz!

Bien reconozco el mudo lago de Auber, y esta comarca que el horror anubla, y el bosque fantasmático de Weir, la región espectral de la pavura!

Por eso, luz de mis ojos, sólo a te adoro y amo; por eso los ayes míos a sola los consagro; y aunque solamente quieras darme un triste desengaño, tus lágrimas lo han querido: ¡yo siempre seré tu esclavo! Mientras ruge el fragor de los cañones y retiembla la tierra con pavura, y encaramado en la nubosa altura escudriña el avión los batallones;

Añejas historias, sin tiempo ni comarca. Unas sombrías, otras milagreras y fascinadoras. Consejas de tesoros ocultos, de agüeros, de princesas, de ermitaños. Una vieja esclava, herrada en la frente, sabía cuentos de aparecidos. Ramiro la escuchaba con singular atención, cada vez más goloso de pavura y de misterio. La estancia era un vasto recinto que ocupaba casi todo el plano de la torre.