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Al desmontar vi confusamente cuanto me rodeaba; el General, Sarto y la multitud de sacerdotes y religiosos que a la puerta esperaban. Y con igual vaguedad se me aparecían todos los objetos al recorrer la gran nave central, mientras el órgano dejaba oír sus notas majestuosas.

Una de las principales bellezas que tiene para Basilea, es el celebrado Rin, rio, que como elegantemente dice madame de Stael, semeja el genio tutelar de la Alemania, con sus ondas puras, rápidas, majestuosas, como la vida de un antiguo héroe. El Rin efectivamente es magnífico, parece inalterable, á juzgar por la eterna serenidad de sus cristales.

A mi izquierda, y en primer término, dos altísimos conos unidos por sus bases, de Norte a Sur, como dos gemelos de una estirpe de gigantes; enfrente de ellos, a mi derecha, las cumbres de Palombera dominadas por el «Cuerno» de Peña Sagra que extendía sus lomos colosales hacia el Oeste; y allá en el fondo, pero muy lejos, cerrando el espacio abierto entre Peña Sagra y los dos conos, las enormes Peñas de Europa, coronadas ya de nieve, surgiendo desde las orillas del Cantábrico y elevándose majestuosas entre blanquecinas veladuras de gasa transparente, hasta tocar las espesas nubes del cielo con su ondulante y gallarda crestería.

Antójasenos que penetramos en una catedral gigantesca de la más sublime arquitectura, en cuyas majestuosas naves no osa aventurarse sonido alguno profano; el misterio de la Trinidad, alumbrado de luz mágica, yace encumbrado en el trono del altar; los rayos que despide y que la vista humana apenas puede soportar, llenan con su resplandor maravilloso inmensas columnatas.

Hay que levantarse del asiento dar un paseo y asomarse a la barandilla para convencerse de que se está en el mar. Aquí, no: aquí se siente uno marino; puede abarcarse por entero el redondel del Océano, que no termina nunca, y en el que siempre ocupamos el centro, por más que avancemos. Mire usted, Ojeda, qué cosas tan majestuosas lleva en su cabeza el amigo Goethe.

El viento, que la trae en remolinos, primero le hace llenar los huecos, después suavizar todos los ángulos, desplegar sus curvas en los relieves; á la montaña áspera, puntiaguda, salvaje, sucede otra de perfiles suaves y puros, de majestuosas curvas. Pero á pesar de la suave pureza de sus líneas, no pierde su formidable apariencia el gigante.

La catedral de Granada, mandada construir por los Reyes Católicos, es del mas puro estilo del Renacimiento, combinando los tipos de sus diversos órdenes. Es un monumento grandioso, de proporciones muy majestuosas, pero pesado en su masa, sin audacia en las formas y de una regularidad que, interesando en el primer momento, acaba por ser monótona.

Encima de ese mundo de abajo, como para resguardarlo del sol, ondulando cual sauces y bejucos, ó balanceándose como palmeras, las majestuosas gorgonas de varios pies de alto, constituyen un bosque con los árboles enanos del isis.

Las dos más grandes, que ocupaban con sus majestuosas dimensiones la mayor parte del espacio, eran las generadoras del movimiento del buque, las propulsoras de las hélices.

Me gusta esta cubierta dijo con entusiasmo porque es el único lugar donde uno se entera de que va en un buque. Abajo, salones, comedores, majestuosas escaleras, camareros de corbata blanca, pasillos con habitaciones numeradas: un verdadero hotel. A no ser porque el piso se mueve de vez en cuando, creería uno vivir en un balneario de moda.