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Así, la gran masa popular es profundamente ignorante, en lo general; la clase media no está á la altura de su posicion legal, ni comprende bien su papel en una monarquía constitucional; la nobleza es ignorante y superficial en su gran mayoría; el clero es incapaz de llenar su alto ministerio de una manera digna de la civilizacion actual; y la juventud, amordazada en el campo de la prensa, sin tribuna pública y agobiada por la organizacion de privilegio que tienen las profesiones liberales, se ve condenada á las vagas y nebulosas controversias y especulaciones de la filosofía alemana, la economía política puramente teórica y la literatura de folletines, futilezas y traducciones de poca monta y mal gusto.

Será una pérdida sensible para los autores de folletines. Pero, en fin, señor Domet, ¿qué es de esas gentes? ¿Qué hacen? ¿Qué dicen? ¿Dónde viven? ¿Cómo van vestidos? ¿Dónde se les encuentra? ¿Cómo se les puede reconocer? ¿Aun van marcados? Algunos; los decanos de la orden. La marca ha sido suprimida en 1791, restablecida en 1806, y abolida definitivamente por la ley de 28 de abril de 1832.

Por incompletos que sean estos diversos términos de comparacion en el estado actual de la ciencia, hemos creido conveniente esponerlos, no sin deplorar los vacíos de la materia médica y las vanas discusiones de la prensa y sus folletines. § III. Síntomas característicos.

Me hubiera gustado ser hijo de pescador, para corretear por las escolleras y jugar en los lanchones y gabarras. Mi tía Úrsula, además de su biblioteca, formada por folletines ilustrados franceses, y de sus libros de aventuras marítimas, tenía otro fondo de donde ir sacando los relatos emocionantes que a tanto me cautivaban.

Panfleto fué en sus orígenes el Facundo: panfleto periodístico, improvisado, banderizo. Es bien sabido que su primera edición apareció en los folletines de El Progreso, en Chile, el año 1845. Había publicado Sarmiento en ese mismo periódico unos Apuntes biográficos sobre Aldao, el fraile caudillo, muerto a principios de aquel año en Mendoza.

No he conocido ninguna literata que fuese mujer de bien. Lo mismo opinó el barón tronado, que había vivido en Madrid mantenido por una poetisa traductora de folletines. El señor Ripamilán, canónigo, dijo que los versos eran regulares, acaso buenos, pero de una escuela romántico-religiosa que a él le empalagaba.

Al cabo dijo: ¡Quién sabe! ¡quién sabe! El mundo da muchas vueltas. Para no dará más que una... ¡La vuelta final! ¡Calla, calla! exclamó él riendo y tapándole la boca. No puedes deshacerte de esas ideas lúgubres y románticas, porque tienes el cerebro atestado de folletines. Porque lo tengo lleno de tu amor y temo perderlo manifestó ella, apretándole á su vez con pasión.

Para evitar tamaña desgracia dijo Rafael hago la moción de que compongamos entre todos una novela. ¡Apoyado, apoyado! gritó la condesa. ¡Tal destino! dijo su madre . ¿Queréis escribir algún primor, como esos que suele mi hija leerme en los folletines que escriben los franceses? ¿Y por qué no? preguntó Rafael. Porque nadie la leerá respondió la marquesa , a menos de anunciarla como francesa.

Soy un marino poco culto, un rudo marino, como dicen en los folletines y melodramas, y de no hay que esperar los perfiles literarios de un profesor de retórica. He tenido fama de indolente y optimista, de indiferente y apático.

Ama el lujo como una cortesana y roba por amor al lujo y por amor a lo raro y a lo escalofriante, y por ese capricho de lo singular se enterró en un féretro de cristal, en el Palace, vestido de faquir, como aquel Papús de la larga perilla. Lo malo es que la vida no se desenlaza tan a gusto como en los folletines.