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Entonces, los que contemplaban al marqués, esperando sus primeras palabras, viéronle inclinar la cabeza hacia atrás, soltar la copa que empuñaba su mano trémula, y, exhalando un alarido salvaje, desplomarse en el suelo, sobre el cual rebotó su colodrillo pelado y reluciente, sin que nadie hubiera podido recibirle entre sus brazos, porque entre los primeros síntomas del acceso, tan fáciles de confundir con los de una grande emoción, y la caída, no transcurrió mucho más tiempo que el que transcurre entre el fulgor que deslumbra desde el seno de la nube, y el rayo que mata.

Eran dos prestamistas del antiguo barrio judío de Santa Escolástica. El uno, joven, con el cabello tuzado sobre la frente, facciones infantiles y enorme corpachón de verdugo. El otro, anciano, ojillos vinosos, nariz avarienta, y la piel del pescuezo cárdena y granulosa como el colodrillo de los pavos.

Lario examina el dibujo, y exclama, despojándose del sombrero, meneando la cabeza y rascándose el colodrillo: La calle no puede ser más fea. El dibujo no puede ser más hermoso. Puesto que ya la has perpetuado, ahora debían arrasar la Rúa Ruera.

Algún algebrista, casta de gente muy útil al público, tomará á este paso de mi historia la pluma, y calculará que teniendo el Señor Don Micromegas, morador del pais de Sirio, desde la planta de los piés al colodrillo veinte y quatro mil pasos, que hacen ciento y veinte mil piés de rey, y nosotros ciudadanos de la tierra no pasando por lo común de cinco piés, y teniendo nuestro globo nueve mil leguas de circunferencia, es absolutamente indispensable que el planeta dónde nació nuestro héroe tenga cabalmente veinte y un millones y seiscientas mil veces mas circunferencia que nuestra tierra.

¿Cómo puedes , Sancho -dijo don Quijote-, ver dónde hace esa línea, ni dónde está esa boca o ese colodrillo que dices, si hace la noche tan escura que no parece en todo el cielo estrella alguna?

Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos y adrede, por le hacer mal daño; si había piedras, por ellas; si lodo, por lo más alto. Que aunque yo no iba por lo más enjuto, holgábame a de quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía. Con esto siempre con el cabo alto del tiento me atentaba el colodrillo, el cual siempre traía lleno de tolondrones y pelado de sus manos.

BENITO. ¡Véngase, cuerpo de tal, conmigo! Bueno sería que, en lugar de habernos venido a holgar, quedásemos aquí hechos plasta. ¡Téngase, señor Sancho, pesia a mis males, que se lo ruegan buenos! CAPACHO. ¿Veisle vos, #Tostado#? JUAN. Pues ¿no le había de ver? ¿Tengo yo los ojos en el colodrillo? Pues en verdad que me tengo por legítimo y cristiano viejo.

¿Cómo fuera de la ciudad? -respondió-. ¿Por ventura tiene vuesa merced los ojos en el colodrillo, que no vee que son éstas, las que aquí vienen, resplandecientes como el mismo sol a mediodía? -Yo no veo, Sancho -dijo don Quijote-, sino a tres labradoras sobre tres borricos.

¿Tiene usted grandes calvas para los barbas? ¡Oh! disformes; tengo una que me coge desde las narices hasta el colodrillo; bien que ésta la reservo para las grandes solemnidades. Pero aun para diario tengo otras, tales que no se me ve la cara con ellas. ¿Y los graciosos?

Verás á los hombres descubrirse la cabeza para la frotacion que impone la Ley, y á las mugeres no, porque la tradicion les consiente que cumplan esta ceremonia por debajo del velo ó manto que las cubre todas, con tal que puedan llevar las manos al colodrillo sin deshacer la mata de sus cabellos.