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Era la curiosidad del preso ó del enfermo, que agranda el interés de las cosas con una desorientación producto de la inmovilidad y del encierro. El coronel concedía cada vez menos importancia á los sucesos de la vida ordinaria. Toda su atención la había concentrado en las costas del Atlántico y la opuesta ribera oceánica.

1164 El que obedeciendo vive nunca tiene suerte blanda, mas con su soberbia agranda el rigor en que padece: obedezca al que obedece y será gúeno el que manda. 1165 Procuren de no perder ni el tiempo ni la vergüenza; como todo hombre que piensa, procedan siempre con juicio; y sepan que ningún vicio acaba donde comienza.

Los modernos idiomas, balbucientes e imperfectos aún en la Edad Media, se desenvuelven con pasmoso florecimiento y producen obras maestras en varias literaturas; se agranda y llega a ser casi cabal, en la mente humana, el concepto del universo visible; se conocen por experiencia las cosas materiales de la tierra y del cielo; renace la antigüedad clásica, y al renacer, y al ser imitada, el prurito de la imitación engendra nueva y original poesía, divinas creaciones artísticas, flamantes sistemas filosóficos y hábiles métodos de observación y de estudio para interrogar a la naturaleza y al espíritu humano y arrancarles sus más hondos secretos.

¡Oh! ¡cuánto amo una noche de estío, una bella noche de España, con su cielo transparente y azul como en los más hermosos días de Francia, y su luna más brillante que su sol! porque entonces todo es misterio y silencio, todo se agranda en la obscuridad; porque entonces el ligero estremecimiento del ala matizada de una mariposa, una flor que, destacada de su aureola, cae zumbando sobre una hoja seca, el murmullo de las ramas que el aire agita y balancea, resuenan más fuerte a vuestro oído inquieto y atento que el cañón que truena en un día de fiesta.

Ve el mar que es siempre lo mismo, las montañas eternamente iguales, la casa que construyeron sus abuelos y que ya era vieja cuando él nació, los olivos, los peñascos... ¡pero esa ciudad que ha surgido, siendo ya él hombre, de una meseta cubierta de matorrales, horadada de cuevas, y que cada año se agranda con nuevos hoteles, con nuevas calles, con más cúpulas y torrecillas!...

Claro es que, por obra de ese poder mejorador que la función ejerce sobre el órgano, así como la gimnasia desenvuelve los músculos del acróbata, de modo análogo la costumbre de fingir una y otra vez las mismas expresiones, perfecciona las particularidades fisonómicas de los artistas de teatro, educa la línea de los labios, expresión á la frente y al mento, agranda los ojos, de suerte que hallaremos constantemente en los actores veteranos una diversidad de miradas y de guiños, que nunca tiene el rostro del comediante joven.

La caprichosa ilusión, que agranda las cosas cuando las perdemos y nos las hace amar con nuevos amores, borrando los recuerdos ingratos. Después del almuerzo, Maltrana desapareció con aire misterioso. Había hablado a su amigo de cierta expedición a la parte más interesante del buque: una visita que muy pocos conseguían hacer.

¡Yo hace dos días que no como, y toda el hambre dormida se despierta oyéndote roer!.... ¡Parezco un can! ¿Es el mar o son tus dientes en el mendrugo? ¡Cómo broa el mar! ¡No si el mar, si tus dientes, hacen ese gran ruido que no me deja descansar y se agranda dentro de ! ¡Es la voz de la cueva! El Caballero se tiende sobre las algas que sirven de camada a Fuso Negro.

Avanzando poco á poco hacia la anchura, el simple collarete de cristal se agranda, y recubre á una gran distancia de la orilla la tranquila corriente del pequeño arroyo. Sólo un estrecho camino por donde pasa la corriente rápida, queda abierta por entre las débiles películas con que termina la helada lámina.

Y sus ojos parecían penetrar en la joven, como si quisieran escudriñar el alma; pero Pepita permaneció impasible, con ese sereno disimulo que no se aprende, que es instintivo en la mujer y se agranda con el amor. El amanecer era de verano, sin una nube en el cielo, delatándose la proximidad de la salida del sol con un celaje de color de sangre que apagaba el último parpadeo de las estrellas.