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Al menos, que me gane para zapatos. Tiene más malicias que un Iscariote». Desde el comienzo de este panegírico, redoblose bruscamente la marcha del mecanismo, y acreció el ruido hasta ser tal que parecían multiplicarse las transmisiones, las roldanas y los ejes. «¡Mariano! gritó Isidora extendiendo los brazos en la obscuridad . ¡Para, para un momento y ven acá! Quiero abrazarte.

Como que nadie te lo ha dicho queriéndote: con esa cara y ese cuerpo que tienes, ¡claro! alguno habrá habido chiflado por ti, pero... no de qué modo expresártelo, no por cariño, como yo... sino... en fin, por lo guapa y por lo mareante que eres, vamos, con hambre de abrazarte... Ya me entiendes... ¡Quita, quita; no me mires así, que me vuelves loco! Y ¿me quieres de otro modo? ¿Yo?

Por una madre morir, Leonor, es muerte envidiable. ¿Quisieras que temblando viera derramar su sangre, o si salvarla pudiera por salvarla no lidiase? LEONOR. Pues bien, iré yo contigo; allí correré a abrazarte entre el horror y el estruendo del fratricido combate. Yo opondré mi pecho al hierro que tu vida amenazare; , y a falta de otro muro, muro será mi cadáver.

Pero él juró que había salvado a la República y el Senado le declaró, con justicia, Padre de la Patria". El profesor de Derecho Romano por poco no se levanta para abrazarte. Después de recordar ambos otras incidencias de la pasada vida estudiantil, Julio le invitó a contar el motivo de su preocupación.

Aunque me fuese forzoso pasar un año sin abrazarte, por bien cumplido lo daría entendiéndote empleado en obligaciones tan sagradas. No te maraville que el rey Ismael tome tan sobre su corazón el mal de padre: dos veces fué salvado por éste; una en el campo y otra en los disturbios de la Alhambra, y en ambas nada ambicionó, contentándose con sus tierras de Lerín y su alcaidía hereditaria.

Son tan viejos, que si viniesen a verme, se quedarían en el camino. Afortunadamente, mi querido molinero, andas por ahí abajo, y al abrazarte, los pobres creerán en cierto modo que soy yo a quien abrazan. ¡Les he hablado tantas veces de nosotros y de la buena amistad que nos une!» ¡Llévese el diablo la buena amistad!

¿Quién se arrojó a tus pies, que no sintiera la pasión sosegarse que le agita? ¿Quién no halló en ti la calma verdadera que anhela el pecho que de amor palpita? ¿Quién no querrá abrazarte, oh Cruz bendita? ¿Quién morirá, si en tu virtud espera, hacecillo de mirra regalado, que nos dejó en recuerdo nuestro amado?

Estoy estupefacto, respondió, por la ingeniosa y práctica sencillez de las combinaciones de usted. ¿Le parecen á usted, pues, satisfactorias? Absolutamente. Entonces, ¿las acepta usted? Con muchísimo gusto. ¡Ah! querido hijo mío; ven, quiero abrazarte. Y le estrechó en un abrazo vigoroso, y le plantó en cada mejilla un beso sonoro.

Querido Antonio: He leído en La Voz de Monóvar que acabas de llegar a ésa. ¡Qué malo que estoy, hijo mío, y cuánto me alegraría de poder abrazarte! Te espero mañana en el correo. El mal del cerebro ha apretado, y todo se pierde. No tengo ilusión de nada. ¿Qué han hecho de ? Tu infortunado tío, Pascual Verdú.» A las once, en el correo, Azorín ha recibido otra carta de Verdú. «Petrel...