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Se dice que son muy malos, y yo lo creo... Pero el marquesillo me gusta tanto... Es lo que ambiciono para marido; y él me jura que lo será... ¡Jesús, qué cosa tan buena! ¡Qué hermosa figura, qué modales, qué manera de vestir tan suya...! Pero yo me pregunto una cosa: ¿dirá que me quiere porque sabe que voy a ser riquísima?... Mucho cuidado, mujer; no te fíes, no te fíes... Por de pronto le agradezco sus invenciones delicadas para ofrecerme dinero y obligarme a aceptarlo... Por nada del mundo lo aceptaría... ¡Humillarme yo!... Antes morir... ¡Las cinco, Virgen del Carmen, y yo despierta!

Mil veces dentro en mi corazón, os lo confieso, he deseado que no fueseis mi madre, no porque no os quiera con toda el alma, sino porque ambiciono un nombre, un nombre que me falta. Mil veces digo para , si yo fuese un Lanuza, un Urrea... AZUCENA. ¡Un Artal! ... MANRIQUE. No, un Artal, no, es apellido que detesto; primero el hijo de un confeso.

No. ¿No ambicionas una posición elevada? No ambiciono nada más alto que este banco, y lo que llaman aura popular me incomoda más que la tristeza de estar solo. A pesar de todo dijo Aviraneta , creo que te conquistaré. Y calló después.

AZUCENA. No, yo soy feliz; yo no ambiciono alcázares dorados; tengo bastante con mi libertad y con las montañas donde vivieron siempre nuestros padres. MANRIQUE. ¡Siempre! AZUCENA. Pero, hijo mío, la pobreza tiene muchos inconvenientes, y tu familia los ha experimentado muy terribles. MANRIQUE. ¿Mi familia? AZUCENA. Nada me has preguntado nunca acerca de ella.

Más de una vez he oído de tu boca que soy ambicioso, que sueño con opulencias y lujos. No comprendes que con esas palabras me desgarras el corazón. Dime, con toda sinceridad: ¿crees que sería yo capaz de buscar fortuna y riquezas por ese camino? No ambiciono grandezas; con poco me conformo; poco necesito para ser feliz.

Aunque me fuese forzoso pasar un año sin abrazarte, por bien cumplido lo daría entendiéndote empleado en obligaciones tan sagradas. No te maraville que el rey Ismael tome tan sobre su corazón el mal de padre: dos veces fué salvado por éste; una en el campo y otra en los disturbios de la Alhambra, y en ambas nada ambicionó, contentándose con sus tierras de Lerín y su alcaidía hereditaria.

Simpatía profunda; estimación grandísima; amistad sincera, eso , porque todo se lo merece... Lo positivo, lo cierto, es que si se me preguntara hoy por quien tuviera en su voluntad el don de arreglar las cosas al capricho de la mía, qué es lo que más ambiciono, respondería sin titubear y con el corazón en la lengua: «que no tenga fin esta vida que ahora traigo.» Y nada más ni nada menos, Virtudes; créasme o no me creas.

Sólo dos bienes poseía: juventud y valor, y ambos los puso al servicio de la libertad, porque instintivamente le pareció buena aquella aspiración que tanto entusiasmo despertaba: vio alistarse como milicianos a sus compañeros de imprenta, les imitó, y de aquí el vistoso uniforme con leopoldina de plumero que parecía un gallo desmayado, el pecho lleno de trencillas y la corneta presa entre cordones rojos, con los cuales arreos rechazaba en formación o revista al más amigo gritando: «¡atrás paisanoSu indignación cuando Tirso le dijo: «¡quita de ahí, mamarrachofue espantosa; mas como Pateta no era malo, su propósito de venganza no pasó del deseo de jugarle una mala partida: no ambicionó causarle daño, sino rabia; no sería la suya venganza, sino truhanada.

Aspiraba ya a una fama de mayor prestigio aún, y dije a Yago, el cual me había seguido a París: »No existe otro verdadero renombre que el que se adquiere en la carrera de las armas. ¿Qué es un literato, un poeta? Nada. Pero un gran capitán, un general... Este es el destino que ambiciono. Por una gran reputación militar daría diez años de los que me quedan de vida. »Aceptado replicó Yago.

¿Y por qué defraudaría las esperanzas de los buenos amigos que sólo desean para usted una posición que merece? continuó Magdalena tranquila ya, al ver que nos colocábamos en un terreno que le parecía mucho más seguro. Pues, por una razón muy sencilla: porque nada ambiciono. ¿Y esa fogosidad por el trabajo que se apodera a lo mejor de usted?...