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Actualizado: 15 de noviembre de 2025


Y son, en verdad, tan poco á propósito tales títulos para distinguirlas y caracterizarlas, que una misma, según el aspecto bajo que se examine, puede pertenecer á varias clases. Por ejemplo, las vidas de santos, con relación á su fondo, podrían calificarse de leyendas dramáticas religiosas; y en cuanto al aparato escénico, que su representación exigía, de comedias de ruido ó de teatro.

El, con los ojos puestos en ella, espiaba su rostro, esperando la caída de una mirada, de un monosílabo de aceptación. Alicia temía encontrarse con estos ojos implorantes, y entornaba los suyos. Di que murmuró Lubimoff , di que quieres. Por algo nos hemos encontrado; por algo viniste á buscarme. Vamos á rehacer unas vidas que se torcieron por nuestra vanidad y nuestro orgullo.

¡Disparad hasta vuestra última flecha, arqueros! gritó el de Morel. ¡Entonces os quedarán todavía espadas y hachas para vender caras vuestras vidas!

Por fortuna para los pobres, ninguna embarcación se atrevió á penetrar, y por lo tanto no fueron requeridos sus servicios. De lo contrario allí estaban, prontos á jugar sus vidas. Por mi parte también contemplaba insaciablemente aquel mar que me causaba odio. No encontrándome realmente en peligro, mi fastidio y desconsuelo eran mayores. ¡Cuan feo era el mar! ¡Qué horrible su aspecto!

Si las vidas de los dos insignes Misioneros son bien conocidas, no sucede lo mismo con la obra que sacamos nuevamente á luz, pues ha llegado á hacerse tan rara, que es punto menos que imposible el hallar un ejemplar de la edición príncipe.

El tiempo que le dejaban libre sus oraciones lo empleaba en leer libros devotos, los cuales formaron al poco tiempo una biblioteca casi tan numerosa como la de novelas. Las vidas de las santas le placían sobre todos los demás.

Y en último término, todas las circunstancias preliminares de un enlace quedan olvidadas ante el aleteo de las nuevas vidas y el pío pío que resuena en nuestro corazón. Comencemos por desvanecer el error en que el título de esta croniquilla pudiera inducir al lector.

¡Me has ofendido, y de qué modo! exclamó Carlos que era todo acíbar . Con cien vidas que tuvieras no pagarías tu delito.... ¡y vienes a amansarme ahora con la pamplina de que somos hermanos, hermanos por la casualidad, por el capricho!... Peor, peor mil veces para tu conciencia.

No pequeña parte del libro del Sr. García Pérez la ocupa otro linaje de escritores, que por su casta y creencias se pueden agrupar, y cuyos escritos y vidas eran hasta ahora muy poco ó nada conocidos, á no ser por sujetos de mucha erudición ó muy consagrados á un estudio especial.

¡Las buenas señoras! ¡Qué felices van á ser! ¡Ah! Quisiera presenciar su alegría... Pero, díganme ustedes, porque esta aventura me apasiona, ¿han navegado ustedes millares de leguas por amistad al señor de Freneuse? ¡Ustedes, dos parisienses, han abandonado su París, sus placeres, sus costumbres, y viajado tanto tiempo, arriesgando sus vidas!...

Palabra del Dia

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