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Actualizado: 15 de julio de 2025
Suplicamos por amor de Dios Nuestro Señor, nos mande vuestra señoría dar dicho trigo del Pósito, con nuestro dinero, y de esta manera podremos sustentar nuestras vidas y hijos, y para esto al real oficio y á la clemencia de vuestra señoría ilustrísima imploramos para que se nos haga esta merced y limosna.
En campos de batalla, luchando con delirio Otros te dan sus vidas sin dudas, sin pesar; El sitio nada importa, ciprés, laurel ó lirio, Cadalso ó campo abierto, combate ó cruel martirio, Lo mismo es si lo piden la patria y el hogar.
En efecto apuntó gravemente el Sr. de las Matas, el trabajo expuesto y penoso de las minas no es propio de los hombres libres, tengan ó no derecho de ciudadanía. Pienso que es solamente adecuado para los esclavos tracios y paflagonios, y aun si se quiere, para los periecos, gente ruda por lo regular y cuyas vidas no tienen mucha estimación.
La semejanza del impostor con el difunto Don Sebastián, y aún más la astucia y el aplomo increíble de su conducta, hacen que todos lo confundan por completo con su querido Rey, y que se obliguen á servirlo con vidas y haciendas. Pero pronto muda la escena. Felipe II, á cuyo conocimiento ha llegado la existencia de esa conjuración, se apresura á sofocarla en su nacimiento.
Como mujer de Estado, tenía satisfecha su vanidad, creyéndose uno de los primeros y más importantes resortes del gobierno. Como mujer particular, había pasado de la edad de las pasiones, gozaba del respeto y de la consideración de todo el mundo, y pasaba la parte de vida que la dejaban libre los delicados deberes de su alto cargo, rezando, leyendo vidas de santos ó durmiendo.
El mismo fin tuvieron veintiséis de sus compañeros neófitos, que lograron la suerte de dar sus vidas en testimonio de aquella fe que poco antes habían empezado á profesar.
Las desgracias, en aquella explotación cruel que gastaba las vidas de muchos miles de hombres, superponíanse unas á otras con frecuencia, ocultando y desvaneciendo las anteriores.
Las comedias de santos, en especial, pertenecen á esta clase, por representar dramáticamente las vidas de varones famosos por su virtud, de donde les viene su nombre de Vidas de santos.
Entre todos claveteamos sólidamente el cajón de Tucker. Después, Nanela y yo nos persignamos y nos fuimos. Pero la Fatalidad nos perseguía, una Fatalidad indescriptible... Debíamos seguir... Y cada paso era una brazada menos del hilo de nuestras vidas, ¡una brazada menos!...
En efecto salieron del convento D. Antonio Goiburu, y D. Manuel Puche, que fueron recibidos con brazos y demostraciones de buena fé, y sucesivamente se determinaron á hacer lo mismo los que quedaban, juntándose hasta 18 que tuvieron la felicidad de salvar sus vidas del furor de la pasada conjuracion.
Palabra del Dia
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