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Actualizado: 15 de junio de 2025
Después desto, cuenta la historia que se llegó el día de la batalla aplazada, y, habiendo el duque una y muy muchas veces advertido a su lacayo Tosilos cómo se había de avenir con don Quijote para vencerle sin matarle ni herirle, ordenó que se quitasen los hierros a las lanzas, diciendo a don Quijote que no permitía la cristiandad, de que él se preciaba, que aquella batalla fuese con tanto riesgo y peligro de las vidas, y que se contentase con que le daba campo franco en su tierra, puesto que iba contra el decreto del Santo Concilio, que prohíbe los tales desafíos, y no quisiese llevar por todo rigor aquel trance tan fuerte.
Truhan por excelencia y amable y meloso, el barbero contemporáneo os hará reir, os hablará de teatros, de las corridas de toros, del ministerio y las Córtes, de las muchachas bonitas, y sobre todo de las vidas ajenas.
Dió priesa a su partida, por llegar presto a ver a sus hijos, y dentro de veinte días ya estaba en Murcia, con cuya llegada se renovaron los gustos, se hicieron las bodas, se contaron las vidas, y los poetas de la ciudad, que hay algunos, y muy buenos, tomaron a cargo celebrar el extraño caso, juntamente con la sin igual belleza de la Gitanilla.
En un pueblo de la Alcarria tenían los hermanos Rubín una tía materna, viuda, sin hijos y rica; mas como estaba vendiendo vidas, la herencia de esta señora no era más que una esperanza remota. No había más remedio que trabajar, y Juan Pablo empezó a buscarse la vida. Odiaba de tal modo las tiendas de tiradores de oro, que cuando pasaba por alguna, parecía que le entraba la jaqueca.
¡Poema seguro por lo pronto! ¡Edgardo y Lucía en escena! ¡Qué dúo, qué idilio, qué eternos esponsales de dos vidas! Luego viene el drama....., y termina en tragedia ó en comedia: esto es, en el Cementerio para alguien, ó en la Vicaría para los dos enamorados. Supongamos esto último: se casan. ¡Adiós, mundo! ¡Adiós, calle! ¡Adiós, balcón! ¡Adiós, todo! Amparo ha desaparecido.
«En los hospitales decía , en esos libros dolientes es donde se aprende. Allí está la teoría unida a la experiencia por el lazo del dolor. El hospital es un museo de síntomas, un riquísimo atlas de casos, todo palpitante, todo vivo. Lo que falta a un enfermo le sobra a otro, y entre todos forman un cuerpo de doctrina. Allí se estudian mil especies de vidas amenazadas y mil categorías de muertes.
No digo en los partidarios de Rosas: en los mazorqueros mismos hay, bajo las exterioridades del crimen, virtudes que un día deberían premiarse. Millares de vidas han sido salvadas por los avisos que los mazorqueros daban secretamente a las víctimas que la orden recibida les mandaba inmolar.
Está el Señor de Mitiley en esto Tan triste, que mil vidas cierto diera, Por no ver el suceso tan funesto Del Armada lucida que él tragera: Pues vuelve de arribada muy de presto Adonde estuvo ya la vez primera, Pensando rehacerse y no ha podido, Segun en lo siguiente es referido.
Fué al fin descubierto en 1558, con otras muchas importantes personas, que pagaron con sus vidas en las hogueras, y permaneció antes largos meses preso, siendo al fin condenado por el tribunal odioso.
Los portugueses estaban todos a pie. Casi envueltos por tan superiores fuerzas enemigas, retrocedieron con espanto hacia la orilla del río. Sólo reembarcándose podían lograr ya salvar las vidas, mas para reembarcarse era menester, no sólo hacer cara al enemigo, sino tenerle a cierta distancia durante algún tiempo.
Palabra del Dia
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