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Actualizado: 30 de junio de 2025


Declaraba inhabitable la población, por las familias de españoles ricos que veraneaban en ella: «Son boches en su mayoría. Yo me paso la existencia peleando. Acabaré por vivir solaLuego encontró á su madre: abrazos y lágrimas. Después vió á su tía Elena en un salón del hotel, entusiasmada con el país y sus veraneantes. Podía hablar largamente con muchos de ellos sobre la decadencia de Francia.

De cómo veraneaban nuestros antepasados de la capital de Andalucía, curioso es decir algo, pues detalles son estos que pintan las costumbres de épocas cuyo conocimiento nunca deja de ofrecer interés. Hablaré, pues, de aquellos benditos tiempos en que nadie salía de viaje y en que la vida carecía de todas las necesidades y comodidades de hoy.

Entre tanto, el tal subsecretario, el general y el periodista español, no se apartaban un punto del marqués, que ya estaba en voz nuevamente y comenzaba a hacer pinitos parlamentarios. Estaba muy satisfecho del interés que se habían tomado por su salud el canciller de acá, el embajador de allá, un ministro del kedive de Egipto y cien eminencias más que veraneaban por allí.

Mas por grandes que sean mis propósitos de reducirme todo lo posible en mi tarea, no he de omitir la mención siquiera de lo que más halagaba y seducía los apetitos del marqués durante su peregrinación por tantos y tan culminantes lugares: las celebridades políticas de todos los Estados europeos, que veraneaban dispersas, y con las cuales se topaba acá y allá, con sus respectivos cortejos de admiradores y de parásitos; los estadistas de segunda categoría, harto más ceremoniosos y teatrales que los de primera: los unos haciendo vida aparte y dejándose sentir, como el sol, desde muy lejos, o entre nubes; los otros, invadiéndolo todo con su pompa de relumbrón, presidiendo las mesas, los bailes, las jiras y hasta las salas de duchas o de inhalaciones... o la ruleta; pero los otros y los unos asediados por legiones de babiecas y por el espionaje de los reporters, para apuntar lo que dicen, lo que piensan, lo que comen, si se bañan, si se ríen, si meditan, si se enfadan, o si tosen o estornudan, y estamparlo como noticias de sensación en los periódicos de mayor renombre, con las más peregrinas conjeturas sobre el influjo del suceso en la política internacional.

Primeramente, quería hablarle de cierta carta sorprendida en el despacho de su esposo. Sánchez Morueta había llegado el día anterior, después de una permanencia de dos semanas en Francia, por asuntos del comercio: millonarios extranjeros, que veraneaban en Biarritz y con los cuales había de tratar nuevos negocios. Esto, según él daba á entender en sus escasas palabras.

Triste y desconsolada se quedó Rosalía, no sólo por la ausencia de la amiga más querida, sino por su propio confinamiento, por aquel no salir, que era como un destierro. ¡Bonito verano la aguardaba, sola, aburrida, achicharrándose, sufriendo al más impertinente y cócora de los maridos, pasando, en suma, el sonrojo de permanecer en Madrid cuando veraneaban hasta los porteros y patronas de huéspedes!

Hasta sus enemigos habían cedido en la calumnia; ya no se murmuraba tanto; muchos de los calumniadores veraneaban; a los que quedaban les faltaba auditorio. Don Santos Barinaga no salía de casa, estaba enfermo. Sólo Foja, que no veraneaba, por economía, procuraba mantener el fuego sagrado de la murmuración en el Casino, entre cuatro o cinco socios aburridos, que iban allí media hora a tomar café.

Muchas familias de Palma veraneaban ahora en la Cartuja, convirtiendo las celdas en hermosas habitaciones, y cada cual quería que la suya fuese la de Jorge Sand, infamada y despreciada por sus abuelas. Febrer había visitado el convento con un nonagenario de los que fueron vestidos de moros a dar serenata a la francesa. No se acordaba de nada; no podía reconocer la habitación.

Todos los habitantes eran extranjeros que habían escapado discretamente, ó franceses sorprendidos por la guerra cuando veraneaban en sus posesiones del campo. El instinto le hizo ir en sus paseos hasta la rue de la Pompe, mirando de lejos el ventanal del estudio. ¿Qué haría su hijo?... De seguro que continuaba su vida alegre é inútil.

Palabra del Dia

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