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Actualizado: 14 de junio de 2025
¡Cuánto siento que no esté aquí el señor de Santorcaz! me dijo Marijuán, al ver pasar por delante de nosotros a aquellos hermosos soldados, medio muertos de fatiga y de vergüenza . ¿Te acuerdas de las grandes bolas que nos contaba cuando veníamos por la Mancha y nos refería las batallas ganadas por éstos contra todo el mundo?
''Sí'', dije yo; y, queriendo comenzar a decirle mi suceso, y de dónde veníamos y quién éramos, uno de los cristianos que con nosotros venían conoció al jinete que nos había hecho la pregunta, y dijo, sin dejarme a mí decir más palabra: ¡Gracias sean dadas a Dios, señores, que a tan buena parte nos ha conducido!, porque, si yo no me engaño, la tierra que pisamos es la de Vélez Málaga, si ya los años de mi cautiverio no me han quitado de la memoria el acordarme que vos, señor, que nos preguntáis quién somos, sois Pedro de Bustamante, tío mío''. Apenas hubo dicho esto el cristiano cautivo, cuando el jinete se arrojó del caballo y vino a abrazar al mozo, diciéndole: ''Sobrino de mi alma y de mi vida, ya te conozco, y ya te he llorado por muerto yo, y mi hermana, tu madre, y todos los tuyos, que aún viven; y Dios ha sido servido de darles vida para que gocen el placer de verte: ya sabíamos que estabas en Argel, y por las señales y muestras de tus vestidos, y la de todos los desta compañía, comprehendo que habéis tenido milagrosa libertad''. ''Así es -respondió el mozo-, y tiempo nos quedará para contároslo todo''.
Esto tiene el inconveniente del descuido que debe notarse en la obra, pero tiene, en cambio, la ventaja de la ingenuidad más estricta y de la más perfecta exactitud. De vuelta al hotel, nos encontramos en la puerta á la señora, que nos preguntó, con una sonrisa muy amable, si veniamos de visitar algun monumento. Sí, señora, la contesté. Venimos de la Magdalena.
¿Por mi? preguntó, estrechando la mano de su amigo. Sí contestó el Doctrino, que comprendía lo que debía hacer. Sí: veníamos por ti dijo Alfonso. Tenemos una reunión esta tarde, y queremos que vengas á ella. Es la reunión de los disidentes de la Fontana. Lázaro creyó que su tío se iba á poner hecho una furia al oír hablar de las reuniones de fontanistas.
Yo debía haber ido también, y con efecto... Con efecto dijo Miquis repitiendo el estribillo de su amigo , veníamos... Ya me parece que hablé a usted de ello la semana pasada. Estos dos amigos, esta señorita y este caballero, desean ver el palacio de Aransis. Cuentan que es tan hermoso...». Alonso era complaciente.
El tío Goro de Canzana sonríe, da una chupada á la pipa y responde: Era el día de Nuestra Señora de Setiembre. Tú y yo habíamos pasado á Muñera acompañando á unas rapazas. Cuando veníamos ya á casa nos tropezamos en el puente con los de Rivota. Yo te dije: «No corramos, Manuel; los nuestros están cerca; hace poco les oí gritar». Entonces, uno á cada lado del puente, nos meneamos como pudimos.
Al llegar á este punto tuvimos que dejar la diligencia, porque la nieve, no limitándose como ántes á cubrir los costados, llenaba la carretera. Seis pequeños cajones de madera, llamados trineos, sin ruedas, sin cubierta, de media vara de altos, y lo mismo de anchos, fueron los encargados de recibir á todos los que veníamos en la diligencia.
Ugarte vio que la señorita de la casa me manifestaba simpatía, y, llevado por uno de sus movimientos de rabia y de envidia, escribió al capitán Sandow, diciéndole que yo iba entablando amistades con su hija, que los tres éramos piratas, que veníamos escapados de los pontones. El capitán Sandow me llamó y le conté lo que nos había pasado, sin ocultarle nada.
Palabra del Dia
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