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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Las veladas que con motivo de las festividades de determinados santos se celebraban en los diversos barrios y arrabales de la ciudad constituían una de las mejores distracciones del veraneo, siendo famosas entre otras las de San Antonio, las de San Juan y San Pedro, las de Santa Ana y Santiago, la de los Angeles, la de la Virgen de los Reyes, San Roque, San Bernardo, San Bartolomé, San Agustín y los Terceros.
En todo pueblo de montaña, cuéntase en las veladas la terrible crónica de los aludes, y los niños la oyen acurrucándose entre las rodillas maternales. Lo que es el fuego grisú para el minero, es el alud para el montañés. Amenaza su casa, sus trojes, su ganado y también le amenaza á él. ¡Cuántos parientes y amigos suyos duermen ahora bajo la nieve!
En la plaza, frente al cafetín donde Mistral pasa las veladas jugando su partida con su amigo Zidore, habían encendido una hermosa hoguera... Organizábase la farándula.
El jardín, como nadie ignora, es muy bonito, y por la noche, iluminado con luces de gas veladas por globos de cristal blanco y opaco, parece mayor. Aquella iluminación presta a los árboles y a la verde hierba y a las flores cierta vaguedad y hermosura. La animación y el bullicio dan al conjunto superior agrado.
A los pocos días se declaraba una epidemia entre las gentes de tercera clase. Todas las noches echábamos al mar dos o tres. Nuestra preocupación era que no se enterasen los pasajeros de primera. Jamás he visto un viaje con tantas fiestas. Casi todos los días banquete extraordinario; por las noches veladas musicales, bailes.
Es un río americano que corre tumultuoso, arrastrando troncos, detritus, arenas y peñascos, pero también partículas de oro, como dice Marius Topin refiriéndose al viejo Dumas. En Bogotá hay mucha afición por las veladas literarias, que allí llaman Mosaicos, tal vez por la variedad de temas que se tratan.
Pero, no, no, nada está en peligro; yo lo ayudo simplemente. En tanto que el joven hablaba, María Teresa lo contemplaba: ¡cómo había cambiado su fisonomía bajo la triple influencia de los tormentos de su corazón, de su actividad cerebral y de las veladas multiplicadas!
Pensaba con nostalgia en las plácidas veladas de «los enemigos de la mujer», cuando Spadoni se sentaba al piano ó hacía cálculos infinitos, siempre doblando; cuando Novoa exponía sus paradojas científicas y Castro relataba las aventuras de su abuelo el «Don Quijote rojo»... ¿Dónde estarían ahora estos compañeros de soñolienta felicidad? Atilio le interesaba especialmente.
Do quiera, hasta en los días de algaradas Era Rizal artista en las veladas. Siempre sus poesías Eran una escultura, O luciente pintura, De sublimes, vibrantes melodías Que por los mares y hasta por los aires Transportaba, en patrióticos donaires, Su artístico altar de estro divino, Del suelo filipino Amor de sus amores, Búcaro inmenso de orientales flores.
Hoy ha sido gran fiesta para Lacante y sus amigos: Elena se ha presentado un momento en la sala. Hace quince días que han vuelto a verificarse las veladas de los jueves y esta noche el dueño de la casa, aunque algo atacado de la gota, nos había parecido de muy buen humor. A eso de las diez nos ha dejado sin decir palabra, y, casi en seguida, ha vuelto a entrar con Elena de la mano.
Palabra del Dia
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