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Actualizado: 22 de junio de 2025


¡Oh! no, hijo mío; por muy dulces que sean para tus promesas, jamás recordaré sin estremecerme la horrible pesadilla de estos últimos años. Mira mi semblante ajado, mi pelo blanco y mis manos temblorosas. He envejecido veinte años en veinticuatro meses hasta parecer una septuagenaria. ¿Había yo, acaso, cometido grandes pecados para recibir tan duro castigo?

¡Pero señor! dijo Montiño deteniéndose de nuevo ¿de quién es hijo este muchacho? Y siguió leyendo: «Figúrate, Francisco, que eres sacerdote, y que cuando lees esta carta, estás escuchando en confesión á un moribundo; porque yo voy á traspasar á ti, y con autorización suya, la confesión que me hizo nuestro hermano Jerónimo hace veinticuatro años

La celeridad con que las escribía, raya en lo imposible, aun no dando entero crédito á las exageraciones cometidas sobre este punto. Erróneo es, sin duda, el aserto de Bouterweck, de que en ocasiones escribió comedias en tres ó cuatro horas; pero el mismo Lope nos dice que más de ciento fueron compuestas en veinticuatro horas.

Apodérase la fiebre de todo su ser, métese en cama... Al cabo de veinticuatro horas encuéntrase el esposo á su lado. ¿Quién le ha avisado? Ella no. Una manecita, con caracteres muy gruesos, ha escrito lo que sigue: «Querido papá: venid cuanto antes. Mamá está en cama. El otro día la decir: ¡Si le tuviese á mi ladoHelo aquí: ya está buena. ¡Hombre feliz!

Retardo mi viaje veinticuatro horas para estrechar la mano a Máximo de Cosmes, que llega mañana con todos los laureles de Bélgica. Nada de eso, señora. Soy muy amigo de Máximo, y además, tengo que pedirle un servicio... Quiero poner en sus manos un depósito que, para , tiene importancia, pues son mis papeles más preciosos. ¿A él? exclamó Luciana. ¿Por qué a él?

El secretario era un joven de veinticuatro a veintiséis años, pálido, rubio, en cuyo cerebro abultado de feto no cabían más ideas que la de la importancia colosal del Duque, y la necesidad imperiosa de llegar a ser un personaje, si no de tanta cuenta, lo bastante para tener también secretario. Fuera de esto, el mundo no tenía explicación para Cosío, que así se llamaba.

Llegado que hubimos á nuestra calle, nuestra primera diligencia fué mirar al balcon de la incógnita; pero notamos con sentimiento que no habia nadie. Entramos luego en la lechería ... todo nuestro gozo se cayó en un pozo. La patrona habia ido á San Club, y no venia hasta el dia siguiente por la tarde. Era necesario esperar veinticuatro horas.

Hay que pensar hasta en lo que han de comer por el camino esos irracionales... ¡Y todo esto en un solo departamento, que parecerá un arca de Noé! Felizmente conocemos al conductor, y María y yo, después que cenemos en Ávila, nos pasaremos a una berlina-cama... Llevo a Asunción... no puedo vivir sin mi doncella. Los bultos de mano, creo que no bajarán de veinticuatro.

Pues si esto sucede a las veinticuatro horas no completas.... No completas. ¡Bien estamos! De seguro... de seguro que su marido de usted está más disgustado por lo ocurrido que usted misma. Crea usted que algo sucede que no sabemos, y que explicará la conducta de ese señor.... Miranda. ¿O tendría usted algún antecedente, algún motivo para sospechar que... que la quiso abandonar? ¡Motivo! ¡Quiá!

Aquella misma tarde Andrés subió de nuevo a un coche del ferrocarril minero, pernoctó en la capital de la provincia, y con veinticuatro horas más de viaje se plantó en Madrid. ¡Qué gordo! ¡qué moreno! ¡qué cambiado está usted, amigo Heredia! ¿Dónde se ha puesto usted de esa manera? Por donde quiera que iba, llegado a la corte, escuchaba estas o semejantes exclamaciones.

Palabra del Dia

rigoleto

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