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Actualizado: 22 de junio de 2025
Marenval recordaba algunas protestas de Jacobo, que nadie había tenido en cuenta. Cuando Jacobo fué preso, estaba en el Havre y nunca pudo explicar claramente qué había ido á hacer allí. Nadie había comprendido tampoco por qué se detuvo veinticuatro horas en vez de tomar el vapor y salir para América. ¿Qué esperaba? La acusación decía: un cómplice. Pero ¿cuál?
Miembro de una de las principales familias de Andalucía, y regidor ó Veinticuatro del ayuntamiento de Jaen, su patria, D. Francisco de Viedma disfrutaba en España de una consideracion merecida.
El pobre, gracias á tan costosas transformaciones, creía tener una mujer nueva cada veinticuatro horas. Eva, en cambio, se aburría, con un tedio mortal. ¿Para qué adornarse tanto, si ningún otro ser humano, aparte de su marido, podía verla?... Sin embargo, estaba convencida de que era la admiración de todo cuanto le rodeaba.
Viendo muy de mañana donde estaba la nave, y que se habia apartado una legua de tierra, me fué preciso echar el ojo á otra, y tratar con otro patron, á quien dí lo mismo que al primero. Salidas del puerto estas veinticuatro náos, tuvimos feliz viento tres dias: despues se levantó una tempestad tan horrible, que no pudimos proseguir el viage.
Pronto se encaminó á la corte, y pudo regocijarse de haber conseguido la protección de D. Fadrique de Toledo, primer duque de Alba. Temprano debió desarrollarse su talento poético, pues ya en 1492, como á la edad de veinticuatro años, publicó una colección de sus obras.
Y volviéndose al anciano, añadió: ¿Sabe usted cuánto llevo perdido? ochenta mil nacionales, y tengo que pagarlos en las veinticuatro horas, y mujer e hijos que mantener, y un sueldo en una oficina que apenas me alcanza para comer y vestir. ¡Que venga, que venga el diluvio! ¡Ojalá! Bondadosamente, el viejo, un antiguo conocido, le hizo reflexiones, que le impresionaron.
No, madre mía, porque la cerradura estaba cubierta con un papel sellado, y en aquel papel había un testimonio de escribano con la fecha de veinticuatro años ha. Es necesario, necesario que me expliquéis todo eso... pero otro día... hoy estoy muy conmovida. Y yo... yo necesito ir á palacio, mi buena madre dijo doña Clara. ¡Esperad! ¡esperad un momento! La duquesa se levantó y salió.
La ciudad envió á don Jorge de Portugal Veinticuatro y al jurado Alonso de Cespedes y á Francisco Sanchez escribano para que asistiesen por Sevilla á la junta de la Rambla «sobre la confederación desta andaluzía» dando de ayuda de costa á los dos primeros á razón de 1000 maravedises diarios y 570 al escribano. Rey e señor ser en castilla» .
Buenas tardes. Muy buenas, don Antolín. Pero no lo olvide usted; aún no hemos salido de la fe y la espada. A ratos, nos dirige una o nos arrea la otra. Pero de la ciencia, ni una palabra. Ni siquiera ha regido España durante veinticuatro horas. Gabriel, después de esta tarde, evitó las reuniones en el claustro para no discutir con el Vara de plata. Estaba arrepentido de su audacia.
Pampa dijo que le había visto salir, y misia Casilda imaginó que habría ido a buscar recursos por su lado, a pedir otra prórroga quizá... Entonces, antojósele que lo mejor, lo más hacedero, era irse directamente a ese señor de Portas, y arrancarle la concesión de un nuevo plazo prudencial para efectuar el saldo del maldito pagaré: ¡veinticuatro horas de prórroga importaba quizá la salvación!
Palabra del Dia
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