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Así, cuando vio aquel cerco de semblantes fieros; cuando se vio amenazado por tantas manos e injuriado por tantas lenguas, desde la provocativa de las mujeronas hasta la severa y comedida del guardia civil; cuando notó la saña con que le perseguía la muchedumbre, en quien de una manera confusa entreveía la imagen de la sociedad ofendida, sintió que nacían serpientes mil en su pecho, se consideró menos niño, más hombre, y aun llegó a regocijarse del crimen cometido.

Por fin, una noche, dando pasto a la murmuración, Cristeta y su tío salieron del teatro acompañados de don Juan: delante iba la pareja enamorada y detrás el estanquero. Nadie hubo en el teatro que no diera por cierta la caída y perdición de la Morteruelo; y, sin embargo, el diablo no tenía todavía motivo para regocijarse.

Entre tanto, su madre, su abuelo, Neluco, don Sabas, Chisco, toda mi servidumbre, la hermana y el cuñado de Neluco, a quienes había saludado a mi paso por Robacío; el vecindario entero de Tablanca, todos parecían regocijarse hasta el entusiasmo con mi vuelta y con mis planes y propósitos.

¡Maldito bribón! dijo, retirando su dedo con mayor ternura y cuidado de los que se podrían sospechar de él. Y al salir, mantenía el dedo algo separado de los demás, examinándolo con extraña atención. Este examen provocó la misma original observación respecto del angelito. En efecto, parecía regocijarse al repetirlo.

Inés prorrumpió en una carcajada tan natural, tan graciosa, tan fresca, tan jovial, que hasta las paredes del convento parecían regocijarse con tan alegre música.

Parecían indignados. ¿Cuándo se había visto tamaña insolencia?... Buena era la paz, y el pueblo debía regocijarse; ¡pero meterse en el Casino como un motín danzante, para interrumpir el funcionamiento de una industria honrada!... Y habían acabado por repeler gradas abajo aquella fila de señoras desgreñadas por el entusiasmo, de militares condecorados que olvidaban repentinamente sus enfermedades v sus heridas.

Si pedía que le comprasen periódicos, nunca faltaba excusa: los pocos cuartos antes invertidos para entretenimiento del enfermo en suplementos y extraordinarios, iban a parar ahora al cajón de las ánimas, débil compensación, a juicio de Tirso, de lo gastado en regocijarse con noticias contrarias a la buena causa.

Desde pequeño, una incredulidad instintiva le hizo regocijarse menos que otros chicos con los cuentos de brujas, y siendo mayorcito, siempre tuvo en los labios el ¿cómo? y el ¿por qué?

Si hubiera podido penetrar en la mente del buen señor, hubiera quedado asombrada, pues no hubiese hallado ninguno de los pensamientos amenazadores que le atribuía. Roussel no pensaba sino en regocijarse, en gozar de la hora presente y en tratar de que se arreglase el porvenir de un modo soportable. La astucia que Clementina le imputaba como un crimen, era supuesta, ilusoria y quimérica.

6 Y el día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a regocijarse. 7 Entonces el SE