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Actualizado: 24 de junio de 2025
Yo lo tengo en imperdible añadía Amalia Amézaga, señalando a otro marrano no menos lucio, que hozaba entre los encajes de su corbata. ¡Válgame Dios! ¡qué moda más fea! exclamaba Luisa Natal, hermosura próxima al ocaso, y muy atenta a no usar perifollo alguno que su belleza no realzase . Yo no me pondría semejantes bichos; ¡se acuerda uno del mondongo! ¿verdad, condesa?
Se oía ya el ruido de los remos que batían el agua cadenciosamente. Cinco Credo. ¡Válgame Dios! es que la voz, la gruesa y terrible voz de Kernok resonaba en los oídos de los españoles. ¡Oh! ¡oh! decía el pirata , se pone al pairo, arría su pabellón, el bribón está atemorizado; ya es nuestro. Zeli, haz armar la chalupa y la canoa grande; yo voy a hacerme cargo de cómo está aquello.
Arrancó el tren y comenzó majestuosamente a separarse de la estación, y mi compañero de viaje seguía gritando a la ventanilla: ¡Puig! ¡Puig! Al fin se dejó caer rendido en el asiento, con la consternación pintada en el semblante. ¡Válgame Dios! ¡Válgame Dios! ¡Pobre señor!... Y principió a hacer comentarios tristísimos acerca de aquel lance desgraciado.
Válgame Dios dijo la señora con que calentura maligna... Pero muy grande, y lo más malo es que ha dicho el señor médico que busquen quien dé teta al niño... y ya ve vuecencia, así de pronto cualquiera encuentra... Está la criatura llorando como un cachorro... chupa que chupa, Manuela con los pechos secos... y ná, como si mamase de un pepino.
La condesa dio el ejemplo, palmoteando con sus delicadas manos. ¡Válgame Dios! exclamó el general, tapándose los oídos . No parece sino que estamos en la plaza de toros. Déjalos, León dijo la marquesa ; déjalos que se diviertan. Peor fuera que estuvieran murmurando del prójimo. Stein hacía cortesías hacia todos lados.
Mientras su mirada se perdía en el fondo del capazo que Nelet tenía abierto a sus pies, decía con la risita burlona que a doña Manuela, según confesión propia, le «requemaba la sangre»: De compras, ¿eh...? Yo también voy danzando por el Mercado hace más de una hora. ¡Válgame Dios, cómo está todo!
Si me he extraviado al querer subir a ellas, válgame para disculpa mi intención recta y sana.
Paréceme dijo Quevedo , que este tunante quiere vengarse de la paliza que le apliqué hace cuatro noches; pues días pasan y días vienen, y los tiempos andan, y alguna vez nos encontraremos, racimo de horca. ¡Y pensar que don Juan está abandonado á sí mismo y acaso preso! ¡Válgame Dios! ¿y con qué cara me presento yo, si acontece al muchacho una desgracia, á don Pedro Girón?
No, no me acaloro-exclamó ella, respirando fuerte y pasándose por la frente la palma extendida. ¡Válgame Dios! Señorita, a usted le va mal. Se le ha vuelto un color.... Estoy viendo que le da el ataque. ¿Quiere la cucharadita? No, no y no; esto no es nada: un poco de ahogo en la garganta.
¡Válgame Dios! dijo el padre Aliaga ; ¿pero en qué os ejercitáis, que baste á costear honradamente esas galas y esas joyas? ¿Quién habla aquí de honra? dijo la Dorotea, cuyo semblante se había nublado completamente . ¿A qué este engaño? ¿A qué ha subido á este desván? Demasiado sabéis, padre, que soy comedianta, y menos que comedianta... una mujer perdida.
Palabra del Dia
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