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Actualizado: 24 de junio de 2025


-No se apunte vuestra merced conmigo -respondió Sancho-, pues sabe que no me he criado en la Corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. , que, ¡válgame Dios!, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido.

Oyó estas razones Cardenio bien clara y distintamente, como quien estaba tan junto de quien las decía que sola la puerta del aposento de don Quijote estaba en medio; y, así como las oyó, dando una gran voz dijo: ¡Válgame Dios! ¿Qué es esto que oigo? ¿Qué voz es esta que ha llegado a mis oídos?

Dios se lo conceda y a mi la gracia de no haber fastidiado a los lectores de El Liberal con este a manera de aborto de mi seco ingenio. Válgame por disculpa que lo hago por complacer a usted. EL PADRE GUTI

Creyeron de pronto ver un animal dañino que se ocultaba detrás de la peña, pero Sofía lanzó un nuevo grito, el cual antes era de asombro que de terror, y dijo: Si es la Nela.... Nela, ¿qué haces ahí? Al oír su nombre, la muchacha se mostró toda turbada y ruborosa. ¿Qué haces ahí, loca? repitió la dama . Coge a Lili y tráemelo... ¡Válgame Dios, lo que inventa esta criatura!

Por Dios, señorita, no me responda que no.... ¡Si lo estoy viendo! Señorita Marcelina.... ¡Válgame mi patrono San Julián! ¡Que no he de poder yo servirle de algo, prestarle ayuda o consuelo! Soy una persona humilde, inútil; pero con la intención, señorita, soy grande como una montaña. ¡Quisiera, se lo digo con el corazón, que me mandase, que me mandase!

Y habiéndose armado de resolución y hecho la pregunta, el novio contestó muy sorprendido y un es no es contrariado: ¡Válgame Dios, señora! ¿Es esto puñalada de pícaro? Prevaleciendo y aun privando en Villafría tan sanas doctrinas acerca de la longevidad de los noviazgos, ya se hará cargo el lector del asombro que produciría aquel arrebato, aquella impremeditación con que doña Luz se decidió.

La verdad es que en el fondo del alma sintió aquella satisfacción dulce y apacible que en las novelas románticas experimentan las zagalas galanteadas por grandes y poderosos señores. El diálogo terminó así: ¡Válgame Dios, y qué formal se pone usted para decirme esas cosas! ¿No conoce usted que todo eso tan fino se despega de estos sitios?

Lucifer se desespera al verse forzado á trabajar contra mismo, si ha de obedecer este mandato, pero no le es posible evitar su cumplimiento; se viste el hábito franciscano y se presenta de repente en medio de los frailes en el instante en que se disponían á abandonar su convento: LUZBEL. ¡Válgame Dios! ¿Quién es, padre? Que de verle aquí me admiro. ¿Por dónde ha entrado este fraile?

En una de éstas un soldado guiri, ¡maldita sea su casta!, se fue a él derecho con el pincho en ristre.... ¿Qué dirá usted que hizo mi Don Ignacio? no se le ocurre ni al demonio.... Lo apartó con la mano como si apartase un mosquito, y el muy bárbaro abatió la bayoneta y se dejó apartar. Tenía el señorito entonces una cara.... Válgame Dios y qué cara.

dijo Rita ; es un libruco pequeño.... ¿Verdad?... También a «me le sacó» y me relató en él unas cosas muy apuradas «de comer y beber lloros».... ¡Válgame Dios!...

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