Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de junio de 2025
Por otro lado estaba el Verbo Matar, dando grandes voces, y cerrando el puño con rabia, decía de vez en cuando: «¡Si me conjugo...!» Oyendo lo cual el Sustantivo Paz, acudió corriendo tan á prisa, que tropezó en la z con que venía calzada, y cayó cuan larga era, dando un gran batacazo. «Allá voy gritó el Sustantivo Arte, que ya se había metido á zapatero.
Una mañana, estando de servicio en el Mercado, don Morales se tropezó con cierto gringo corpulento, forzudo y rojo, al que había conocido años antes en el Paraguay. ¡Don Macperson!... ¡Qué sorpresa! ¿Cómo le va?... Se abrazaron. El policía lo despreciaba, como á todos los extranjeros, pero al mismo tiempo sentía por él una gran admiración.
Dimmesdale tropezó de manos á boca con uno de los más antiguos miembros de su iglesia, una anciana señora, la más piadosa y ejemplar que pueda darse: pobre, viuda, sola, y con el corazón todo lleno de reminiscencias de su marido y de sus hijos, ya muertos, así como de sus amigos fallecidos también hacía tiempo.
Y la miraba sonriente como si quisiera descubrir un pensamiento de vanidad en aquella frente pura y cándida. ¡Oh! prefiero el viejo claustro y tu amor repuso ella; y como se aproximase a él, su pie tropezó con una piedra verdusca . ¿Qué es eso, amor mío? preguntó el gitano. ¡Una tumba! dijo la joven deteniendo al gitano para que no pisase aquella tierra sagrada, y persignándose.
Evidentemente, algo había pasado entre ella y él... De otro modo no se explicaban las frecuentes alusiones y chanzas que acerca del oficial provocaba la misma Coca, ¡sin duda por tenerlo siempre presente!... Preocupado con estos pensamientos salió Vázquez de la casa de Itualde, y tan preocupado, que tropezó en la calle con un transeúnte...
Sin embargo, a la salida, tropezó con una dificultad inesperada al abrir la puerta, y después de forcejear un momento en la cerradura inútilmente, miró en torno suyo como esperando quien le sacara del apuro. Pero la camarera irlandesa que le había facilitado la entrada, no se dignó presentarse.
Bajó los ojos y la arruga que cruzaba su frente se hizo más profunda. Mientras en casa del tío Goro se celebraba la conferencia que iba á decidir de su suerte, Demetria caminaba á paso lento hacia la fuente. Antes de llegar tropezó con su íntima amiga Telva, que ya volvía con la herrada llena sobre la cabeza. Algo extraño debió de observar aquella zagala en el rostro de la hija del tío Goro.
Vivían juntos, ambos solteros y entregados al cuidado despótico de D.ª Mariquita, ama de llaves y dueño absoluto de sus vidas y haciendas. D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de cabezas que se extendía desde la valla hasta la puerta del templo, tropezó con la calva reluciente del pigmeo de su hermano.
Al salir tropezó cerca del pórtico con la tía Brígida y la tía Jeroma, aquellas venerables hermanas que tuvieron la dicha de dar al mundo al prudente Quino y al pernicioso Bartolo, de fama inmortal. La habían visto desde un prado próximo entrar en la iglesia y picada su curiosidad bajaron rápidamente á esperarla.
Cecilia los vió partir y se puso a rondar el cuarto de su cuñado sin atreverse a entrar. Este, al salir en busca de Pablito, se la tropezó en el pasillo, que estaba medio a obscuras. La joven le cogió repentinamente la mano, se la apretó con fuerza, y clavándole una mirada anhelante, le dijo: No te batas, Gonzalo.
Palabra del Dia
Otros Mirando