Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de mayo de 2025
¡Hola! exclamó el clérigo con sonrisa feroz, parece que ya no cantas, tan alto... ¿Qué tiene el gallo que no canta? ¿Qué tiene el gallo que no canta, guapito? Don Benigno avanzó un paso, y Sinforoso retrocedió otro. La reserva de don Segis avanzó también para conservar la distancia estratégica. ¡Tranquilícese usted, don Benigno! gritó Sinforoso con terror. ¡Si estoy muy tranquilo, guapo!
Un grito de alegría resonó por todas partes: el alcalde y el cura se levantaron para ir al encuentro del joven; la madre de Carmen se mostró muy inquieta, y ésta se puso a temblar, cubriéndose su rostro de una palidez mortal.... Vamos, niña, le dije, tranquilícese Vd.; debe tener el corazón como una roca ese muchacho si no se muere de amor delante de Vd.
Tranquilícese, sólo volveré cuando me necesite... cuando me llame... Adiós, Judit... adiós, hija mía. Y salió acto seguido, dejando a la pobre joven confusa y presa de una emoción que ella no conocía y que en vano hubiera intentado explicarse.
Tranquilícese usted, Mabel se apresuró a contestar la burlona Diana; ha sido prevenido por orden mía. ¡Qué extraña idea tiene usted de nuestra manera de comprender los deberes para con los huéspedes, para suponer que María Teresa y yo no trataríamos de procurar a nuestras amigas el mayor placer posible!
Luciana pronunció este nombre con voz alterada. Tranquilícese usted dije un poco amargamente, todo su desprecio cayó sobre mí. Creyó que las cartas me pertenecían. Luciana no pudo contener un suspiro de alivio. ¡Pobre Elena! dijo con embarazo. Estoy desolada por la contrariedad que le causo a usted. Es algo más que una contrariedad respondí un poco secamente.
No, no: no lo intente, está demasiado lejos... y luego he oído decir siempre, que el río es profundo y peligroso bajo la cascada. Tranquilícese, señorita: soy prudente. Al mismo tiempo arrojé mi levita sobre la hierba y entré en el pequeño lago, tomando la precaución de mantenerme á cierta distancia de la cascada.
La joven, al ver a Amaury que le ofrecía la mano para ayudarla a echar pie a tierra, no fue dueña de contener un grito de alegría, al mismo tiempo que sus pálidas mejillas, se teñían de un vivo rubor. ¡Amaury! ¡Usted aquí! ¡Dios mío! ¡Qué pálido viene! ¿Está usted herido? No, Antoñita; tranquilícese usted contestó Amaury. Nadie ha resultado herido: ni Felipe ni yo...
Llévame en brazos, escondida, como una criatura.... Señorita, está usté perdiendo la chaveta. Vaya, tranquilícese. Llore, que el llanto le hará bien. Era ya de noche. Felicita, llorando, cada vez con desconsuelo más dulce, resignado e inconsciente, se adormeció como un niño. Estaba tumbada en el sofá.
No creo que sea muy grave preferir la compañía de las personas que nos son simpáticas. Posiblemente esas personas que son simpáticas no obtienen ese resultado sino gracias al mérito de sus sastres. Tranquilícese usted respondió la joven, que tomó el partido de convertir en broma los reproches de Juan; me ocupo muy poco de tal asunto.
Palabra del Dia
Otros Mirando