United States or Cambodia ? Vote for the TOP Country of the Week !


LEONOR. Si necesitas mi sangre, aquí la tienes. MANRIQUE. ¡Leonor! ¡Qué desgraciada en amarme has sido! ¿Por qué, infeliz, mis amores escuchaste? ¿Y no me aborreces? LEONOR. No. MANRIQUE. ¿Sabes que presa mi madre espera tal vez la muerte? ¡Venganza infame y cobarde! ¿qué espero yo...? LEONOR. Ven... No vayas... Mira, el corazón me late, y fatídico me anuncia tu muerte. MANRIQUE. ¡Llanto cobarde!

Acaeció, pues, que, yendo don Quijote con el aplauso que se ha dicho, un castellano que leyó el rétulo de las espaldas, alzó la voz, diciendo: ¡Válgate el diablo por don Quijote de la Mancha! ¿Cómo que hasta aquí has llegado, sin haberte muerto los infinitos palos que tienes a cuestas?

Loppi, dile a la maga que esto no puede ser.»Y lloraba Masicas, y se secaba los ojos colorados con su pañuelo de encaje: «Dile, Loppi, a la maga que me un castillo hermoso, y no le pediré nada más.» ¡Masicas, estás loca! Tira de la cuerda y se reventará. Conténtate, mujer, con lo que tienes, que si no, la maga te castigará por ambiciosa.

Puse en orden los papeles y me levanté prestamente. ¡Cómo! Hija desnaturalizada, ¿te vas sin darme un beso? ¿Me tienes rencor? respondí apretándole la cabeza con las manos y besándole en la calva; , porque veo que tienes prisa de desembarazarte de . Mi padre dio un golpe en la mesa con mucha furia. Faltas a la verdad a sabiendas... ¡Vete de aquí o te tiro mi Aristóteles a la cabeza!

¿Minghetti? Eso, Minghetti, eres Minghetti y yo la Gorgoritos.... Minghetti de mi alma, aquí tienes a tu reina de tu corazón, a tu reinecita; toma, toma, quiérela, mímala; Minghetti de mi vida, Bonis, Minghetti de mis entrañas....

Al salir de la Catedral, la voz de Francisca Dumais me interpeló: Magdalena, ahí tienes un sermón de tu cuerda. A una amiga de las solteronas le gusta que se ocupen de ellas. ¿Por qué no? respondí alegremente. ¿Y ? Eso no va conmigo dijo Francisca con una mueca de infinito desdén.

La naturaleza en él era cosa de cacharrería. Sintió palpitar su corazón como una máquina de reloj Sus pensamientos subsistían, pero todo lo restante era insensible materia. La Princesa se mostraba muy complacida. «¿Qué tienes, amor mío? preguntó á Pacorrito viendo su expresión de desconsuelo. Me aburro soberanamente, chica dijo el galán, adquiriendo confianza.

No, no tienes la culpa; pero es mejor no verte. Tu presencia hace más grande mi remordimiento. Viéndote, siento una vergüenza inmensa, un deseo de morir, de matarme. Tengo la sospecha de que soy yo la que ha asesinado á mi hijo... Recuerdo lo pasado entre nosotros: reconozco el castigo. La cólera de Lubimoff se desvaneció ante estas palabras inexplicables.

Mañana mismo dijo el viejo salgo para la Puna, y recto, recto, me planto no más en la tumba de esa señora. No añadas explicaciones; conozco la travesía. Antes de un mes me tienes aquí con el recibo. Y se marchó. Ovejero pasó unos días en plácida tranquilidad.

Decidle que se asome para darle las gracias. No quiere... no quiere asomarse. Pues entonces dadle las gracias en mi nombre. Dice que no las merece. Dile que siento mucho que no se asome. Dice que por qué. Porque me gustaría mucho verla. Dice que bien vista la tienes.