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Actualizado: 23 de junio de 2025


Me han olvidado todos, porque si alguna voz amiga hubiera hecho vibrar mi nombre en medio del solemne perjurio... Pero me han olvidado todos y nadie le ha dicho : ¡Tiembla, Eulalia, Dios te ve! Me han olvidado todos y la traición se ha consumado. 28 de agosto.

¡Y tan tranquila...!, porque estás muy tranquila... con tus misas por la mañana, y el resto del día dando cada sablazo que tiembla el misterio. ¿Sabes una cosa?, te tengo envidia... me cambiaría por ti...

Puestos estaban en la baxa parte, Y en la cima del monte, frente á frente Los campos de quien tiembla el mismo Marte: Quando una, al parecer discreta gente, Del catolico vando al enemigo Se pasó, como en numero de veinte. Yo con los ojos su carrera sigo, Y viendo el paradero de su intento, Con voz turbada al sacro Apolo digo: Qué prodigio es aqueste? qué portento?

Me estoy mirando en el agua, que es como un espejo replicó con la mayor inocencia, delatando su presunción. no necesitas mirarte. Eres hermosa como los ángeles que rodean el trono de Dios. El alma del ciego llenábase de entusiasmo y fervor. El agua se ha puesto a temblar dijo la Nela y no me veo bien, señorito. Ella tiembla como yo.

Irguiéndose de repente, entona la vieja y melancólica canción del molinero, la canción de la casa dorada que se alza «en lo alto de la montaña». Juan se estremece, y su voz tiembla. Acaban la primera estrofa y comienzan la segunda: Abajo, en aquel valle, El agua hace girar una rueda Que no muele más que el amor, Toda la noche y todo el día. La rueda del molino se ha roto...

Mamette, al entrar, había comenzado por hacerme una gran reverencia; pero el viejo la paralizó con cuatro palabras: Es amigo de Mauricio. Y he aquí que, al punto, tiembla, llora, pierde el pañuelo, se pone encarnada, muy roja, aún más roja que él. ¡Esos viejos! La única gota de sangre que tienen en las venas, se les sube a la cara a la más pequeña emoción.

La playa de las Ánimas es punto donde se desarrollan grandes temporales y galernas. Este mar de las costas vascas es de los más salvajes, de los más violentos; tiene cóleras rápidas e imprevistas; es pérfido y cambiante, hierve, tiembla, siempre agitado y tumultuoso. Aquí, en el fondo del golfo de Gascuña, el Cantábrico tiene mucha profundidad, la costa es de roca y las corrientes fuertes.

La masa líquida que parece helada, es nieve apenas fundida que no se ha entibiado todavía absorbiendo abundante aire; conserva toda la crudeza primera, y su color, de un azul fuerte, tiene yo no qué de hostil. Se tiembla anticipadamente, no sólo de frío, sino también de deseo, y para calmar el cansancio de la marcha nos arrojamos voluptuosamente en el agua helada.

Don Juan cree asistir a la resurrección de su antigua Cristeta, la que salía del teatro en su primera época de comedianta pobre. No se ha equivocado; ella es. Dame el brazo le dice en voz baja y acercándose. Cristeta obedece, y el galán, al rozar el cuerpo de su amada, siente algo parecido al latigazo de una descarga eléctrica. La mujer tiembla pudorosamente, pero sin medrosa hipocresía.

Se ve que este mozo del campo no cree en «la educación de una joven a la moderna», y arregla a palos los problemas de honor. La niña tiembla al pensar en la futura entrevista y en lo que pueda decir el hermanito, que la amenaza con sus revelaciones; por ella no llegaríamos nunca a Buenos Aires... Pero sus terrores pasan pronto: los olvida apenas se ve rodeada de hombres.

Palabra del Dia

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