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Actualizado: 27 de noviembre de 2025


Las riquezas del mundo parecían refugiadas en las pupilas de Cristeta, donde brillaba un tesoro de amor. Habla, por piedad repitió él. Cristeta, violentándose mucho, como jugador nervioso que arriesga su porvenir entero al azar de un naipe, dijo así: ¿Te acuerdas de cómo me dejaste abandonada en Santurroriaga? ; pero, ¿verdad que me has perdonado? Ahora soy otro, y te adoro.

Veniáse el ejército retirando hácia Magnesia, donde Roger tenía la mayor parte de sus riquezas y tesoro, cuando les llegó aviso de los de Magnesia, como Ataliote su Capitan se habia rebelado; y degollado la guarnicion de los Catalanes que Roger habia dejado, y alzádose con sus tesoros que habia recogido dentro de la Ciudad. El caso pasó de esta manera.

Fué nacido este para que fuese á nuestro pueblo como tesoro, porque antes de esto los nuestros tenian cada dia la pelea á la puerta. Dió este hombre santo tal soltura i alivio á los pobres que no fué hecha igual en los dias primeros ni en los años antiguos. No fué este profeta sino de la mano de Dios: hombre justo i que anduvo en perfeccion.

Doliose extremadamente del percance, y me aconsejó que, por o por no, cascase las liendres al malagueño. Mas, contra lo que esperaba, el relato de mis desgracias no logró mermar aquel tesoro de buen humor que guardaba. Siguió riendo y jaraneando lo mismo que si acabase de notificarle mil felicidades; lo cual no dejó de mortificarme un poco.

Algo mas léjos el precioso monumento morisco llamado el Alcázar, rodeado de jardines deliciosos que por solos son un tesoro para Sevilla.

Los dos criados que estaban antes en el recibimiento y un maître d'hôtel con cadena de plata y patillas de diplomático viejo parecían defender el tesoro del centro de la mesa, dignándose entregar únicamente lo que estaba en los bordes de ella. Servían tazas de , de chocolate, ó copas de licor; y en cuanto á comestibles, sólo avanzaban los platos de emparedados y galletas.

Besó a Lita en los cabellos, escuchó estupefacta su petición, y le observó: ¡Pero si no sabes tejer, mi tesoro! Mimosa y llorosa, contestó la niña: No importa, mamá. me enseñarás.

Dime, calzonazos, ¿en dónde están mis alhajas qué daban envidia a las de la Pilarica en Zaragoza? ¿en dónde están mis cuatro mantones de Manila que parecía que los habían bordado ángeles con manos de rosa?... ¡Ah! ¿dónde ha de estar todo aquel tesoro?

¿Ves estas papeletas verdes? dijo a Gabriel . Pues son las más caras: dos pesetas cuesta cada una. Con ellas puede verse lo más importante: el Tesoro, la capilla de la Virgen, el Ochavo con sus reliquias, únicas en el mundo.

¡En nombre del Cielo, querida! ¿Qué tienes? gritó. No me hallaba en estado de proferir una palabra. Pero ella, con un movimiento maternal, tomó una gruesa manta de lana, me envolvió en ella y me colocó en su regazo, aunque yo ya era más grande que ella. Vamos, confiésate, tesoro mío. ¿Qué ocurre? me preguntó acariciándome las mejillas.

Palabra del Dia

machacado

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