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Actualizado: 18 de junio de 2025
446 Allí estaban vigilante cuidandonos a porfía; cuando roncar parecían "Huincá", gritaba cualquiera, y toda la fila entera "Huincá", "Huincá", repetía. 447 Pero el indio es dormilón y tiene un sueño projundo; es roncador sin segundo y en tal confianza es su vida, que ronca a pata tendida aunque se de güelta el mundo.
Bruscamente llevó la mano a la mesa de noche, encendió la bujía y saltó de la cama: acercose al espejo y se contempló largamente, repasando con el dedo todos los rincones del rostro para cerciorarse de que no existían las temidas arrugas. Un gemido que sonó detrás le hizo volver la cabeza. Levantó la bujía y clavó una mirada recelosa en su hija, tendida en el suelo y tiritando. La niña no dormía.
Apagaba la luz y se iba. Anita lloraba sobre la almohada, después saltaba del lecho; pero no se atrevía a andar en la obscuridad y pegada a la cama seguía llorando, tendida así, de bruces, como ahora, acariciando con el rostro la sábana que mojaba con lágrimas también. Aquella blandura de los colchones era todo lo maternal con que ella podía contar; no había más suavidad para la pobre niña.
Todo el mundo estuvo conforme, se vociferó, se acusó de débil al gobierno, de carencia de disciplina a los soldados, de falta de pericia a los jefes... y por la tarde todo Madrid se fue a los toros. Se lidian ocho del Duque en corrida de beneficencia. Hora y media antes de la fiesta comienza a romperse la línea de vehículos tendida entre la Puerta del Sol y las Calatravas.
Está persuadido de que en su vida ha visto tanta gracia. ¡Qué encanto en la actitud de esa joven cuñada medio tendida! Las palabras de su hermano le vuelven a la memoria: «¿Me habría sido posible no amarla?» No sé, pero hoy siento ganas de charlar dice Gertrudis con sonrisa confiada; y coloca más cómodamente su cabeza. ¿Y tú, estás dispuesto a escuchar?
La duquesa sonríe ante la solicitud demasiado expansiva del empleado del vagón, mientras la honorable doméstica la acoge con un gesto duro y frío. Antes de dormirme, desfilan por mi memoria los recuerdos que guardo de esta anciana célebre que está tendida á cincuenta centímetros de mi cuerpo.
Cuatro columnas de marmol de tres varas y tres cuartas de alto y cerca de media vara de diámetro con sus basas y capiteles. Una tabla de jaspe labrado para mesa tendida en el suelo de dos varas y media de largo, tres cuartas y media de ancho y cuatro dedos de grueso quebrada por varias partes.
Si hoy tú sólo me quisieras lo mismo que ayer no me daría por satisfecha; para mí, las sensaciones que no aumentan disminuyen. ¿A ver si adivinas en dónde querría yo estar ahora? ¿Quieres que te lo diga? Pues quisiera estar bajo un grupo de rosales, tendida sobre»el césped, que se me figura suave como el terciopelo. » Me complace tu ambición por lo modesta dijo el doctor.
¡Perfectamente! vamos al hotel... vamos a pie... es cerca... allí, ¿ven? dijo señalando con la mano y agregó, dirigiéndose a Hipólito: Espéranos allá. Ché, Hipólito le dijo Baldomero. Y llévame de paso el «azulejo». El grupo se dirigió al hotel y a poco andar le interceptó el paso un pilluelo que con la mano tendida dijo a Melchor por todo saludo: Don Melchor... me da «una... moneditas»?
Una imagen de la Virgen de Begoña, arrancada de su hornacina, era la que más llamaba la atención. ¡Ella tenía la culpa de todo!... Y la silbaban é insultaban mientras la imagen descendía tendida de espaldas, mostrando á flor de agua su vientre dorado y su carita de muñeca sagrada. Un gabarrero, cruzando la ría en su barcaza, avanzó hacia la imagen como si quisiera cortarla el paso.
Palabra del Dia
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