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Actualizado: 25 de junio de 2025
El duque, que al abrir se había cubierto con la puerta, cerró murmurando: ¡Que no olvidará la causa por que ha venido! ¡y quien le ha dado la carta de la duquesa de Gandía ha sido mi hija! ¡ese hombre! ¿A dónde tenderá el vuelo don Francisco? Detúvose de repente el duque; había sonado en la calleja ruido de espadas que duró un momento. ¿Qué será? dijo Lerma ; donde va Quevedo van las aventuras.
17 Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave; 21 clama en los principales lugares de concurso; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones: 22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los locos aborrecerán la ciencia? 23 Volveos a mi reprensión; he aquí yo os derramaré mi espíritu, y os haré saber mis palabras.
Tachábase en su interior de poco distinguida; pero... ¡qué remedio! por más que ella tomase a empeño el transformarse, y obedeciendo a las niñas revistiera un empaque de altiva señoría, siempre conservaba amortiguados y prontos a manifestarse los gustos y aficiones de la antigua tendera que había pasado lo mejor de su juventud en la plaza del Mercado. ¡Qué tiempos tan dichosos los transcurridos siendo ella dueña de la tienda de Las Tres Rosas!
La iglesia, el convento y el tribunal. Dos cuadros. Un cocinero municipal y una mestiza tendera. Aguas constantes. Higrómetros y termómetros. Frío. Las frondas del gran Banajao. Artes y oficios. La niña, la hermana y la madre. Tejedoras. Petacas y sombreros. Música fuerte y música débil. Fray Samuel Mena. El pretil del convento. La campana de las ánimas. Cofradías. La guardia de honor de María.
Rivera, criado de confianza de la condesa, fué á cumplir las órdenes de su señora; poco después entró en la tienda con Santos. La condesa se dirigió entonces á la tendera, que estaba admirada y aun enorgullecida por tener á una tan gran señora y tan hermosa en su casa: Necesito la dijo un lugar donde hablar á solas con este hidalgo.
Buenos días, señorita Beaudoin... Dispénseme usted si la molesto, pero necesito un sello de dos sueldos. ¡Qué suma de curiosidad en ese sacrificio de diez céntimos arrancados a la rapacidad campesina! Liette, sin parecer echarlo de ver, hacía silenciosamente su oficio, mientras la exempleada le susurraba al oído: La tendera de la esquina, una mujer muy lista.
La mujer volvió a mirar con insistencia desconcertante a la viajera y después de una pausa dijo: Bueno... iré a prevenirle... ¿A quién debo anunciar? No anuncie usted a nadie: quiero darle una sorpresa. Entonces el semblante de la tendera reflejó la sorpresa, la duda y la alegría al mismo tiempo. ¿Sería usted por ventura, señorita, su hermana, la hermana de quien tantas veces nos habla?
Oyó un vagido a sus espaldas y la voz de la tendera: ¡Al papá, Isidrito, al papá! ¡Hazle manos: salúdale! Quedó sobre sus rodillas aquel paquete de grasa infantil, en el que se marcaban apenas los ojos como dos gotitas negras. Olía a leche agria, a orines, a los fuertes sahumerios con que la nodriza pretendía ocultar sus hedores vitales. Maltrana aspiraba con delicia este perfume.
Como usted disponga, don Melchor; pero quién sabe si a la señora le gusta que esté aquí... ¡Que no! Si Ramona es una mujer limpia. Ya empieza a darte trabajo esa mujer dijo Lorenzo. ¡Ninguno! replicó Melchor. Nosotros si que vamos a darle trabajo: la haremos nuestra sirvienta, y nos tenderá las camas mejor que José, para lo que no se necesita mucho.
Como los trae de Castilla por mayor la tendera, que es amiga mía, da muchos más por cuatro cuartos que en las otras tiendas.... ¿No le gustan á usté? ¡No! ¡Jesús, pues vaya una rareza!... Hágame el favor de dar esa tira que está debajo de usté, para amarrar la labor.... Muchas gracias.... ¡Pero qué mala cara se le ha puesto á usté de repente! Es que ... tengo un flemón.
Palabra del Dia
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