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Actualizado: 30 de junio de 2025


Entonces Velázquez avanzó hasta colocarse entre ella y las que la injuriaban, y dijo gravemente con voz temblorosa: Si lo que ustedes dicen es cierto, si las lágrimas de esa niña se vierten por , sólo puedo demostrarles que no he querido burlarme ofreciéndoles casarme mañana mismo con ella... Ya que no la merezco, pero juro por mi salud que haré cuanto pueda por merecerla.

En fin, adiós por última vez, y que la Birgen te perdone, que yo no te deseo mal ninguno. Cuando te as ido así, es que no volverás nuncaLa letra era torpe y temblorosa; algunas palabras estaban medio borradas por las lágrimas que habían caído sobre el papel, mezclándose a la tinta fresca.

Después, volviéndose hacia Ángela, le dijo con voz temblorosa aún por la cólera: Ve a abajo y trae un pedazo de borona y un jarro de agua. Ángela se apresuró a cumplir la orden. El padre fue otra vez al cuarto y colocó uno y otro en el suelo, exclamando: ¡Ahí tienes lo que has de comer y beber mientras seas tan perra!... ¡Yo te bajaré los humos!...

El Conde sólo iba a verla de tarde en tarde. En ocasiones, pasaba media hora, por la noche, en su compañía; pero poníase de pie para despedirse, apenas daban las doce. Entonces, sin dirigirle un solo reproche, se limitaba Judit a preguntarle con voz dulce y temblorosa: ¿Cuándo volveré a verle? Ya se lo diré mañana, de lejos, en la Opera.

La voz de la aldeana hizo correr de repente por su cuerpo un estremecimiento amoroso. Cuando se juntó a ella y le dio otra vez la mano, Rosa la sintió tan ardiente y temblorosa que separó bruscamente la suya. No intentó de nuevo tomarla, y procuró refrenar el tierno y vago deseo que comenzaba a embargarle. Desde este momento hubo menos confianza entre ellos.

Acercóse más á él y le preguntó con voz temblorosa: ¿Te has confesado, Pedro? ¿Por qué me lo preguntas? Porque estamos ofendiendo á Dios enormemente... porque estamos en pecado mortal... Si ahora nos muriésemos iríamos á dar al infierno. Yo ... no, porque eres una mártir.

La cara se le entristeció de tal manera que la joven, reprimiendo a duras penas una sonrisa, repitió con más resolución aún: No volveré a casarme segunda vez... a no ser contigo. El conde la contempló desencajado. ¿Es de veras eso? preguntó al fin con voz temblorosa. ¡Y tan de veras! repuso ella mirándole sonriente. Dame esa mano, Fernanda. Tómala, Luis.

Creyó que estaba soñando: de tal modo se pintó el espanto en sus ojos, que Maximina se detuvo en medio del gabinete. ¡Vamos, necio, no pongas esa cara, que la asustas! exclamó Julita. Brilló entonces una chispa de gozo en los ojos del joven. Maximina, más roja que una cereza, avanzó unos pasos más y le preguntó con voz temblorosa: ¿Cómo se encuentra V., Miguel?

Se levantó rápidamente al reconocer á Clementina, colocó la pipa sobre la chimenea, metió las cartas en el bolsillo y con voz un poco temblorosa, porque tenía la sospecha de haberse conducido sin galantería, dijo: ¡Calla! querida prima, ¿eres ?

Además, todo va por las nubes, y dinero hay poco.... ¡Je, je...! Y el viejo reía como si gozase interiormente de repetir a su hermana en todos los tonos que era muy pobre. Vamos, cállate dijo doña Manuela con voz temblorosa, sin ocultar ya su irritación . Me disgusto cada vez que te oigo hablar de pobreza; sólo falta que me pidas una limosna.

Palabra del Dia

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