Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de junio de 2025


¿De modo que me estaré aquí hasta anochecida? No, porque tengo que hacer, tengo que salir...». ¡Don José puso una cara tan triste!... Sus ojos vivos se amortiguaron como la llama de la exhausta lámpara colgada delante del santo. «Tengo que hacer dijo Isidora, sacando una carta . Y usted me va a hacer el favor de llevar ahora mismo esta carta a Joaquín». Don José dio un gran suspiro.

A todo esto no respondió don Quijote otra palabra si no fue dar un profundo suspiro, y luego se tendió en su lecho, agradeciendo a los duques la merced, no porque él tenía temor de aquella canalla gatesca, encantadora y cencerruna, sino porque había conocido la buena intención con que habían venido a socorrerle.

Los espectadores, de pie, miraban aterrados. La cantante agitó lentamente la mano como para decir que todo era inútil. Bosquejó una sonrisa, esperando que la recogería Jacobo. Su belleza era tan brillante en aquel momento supremo, que los tres mil espectadores que ocupaban el teatro se callaron como por una fuerza misteriosa, y se oyó el último suspiro que se exhalaba de los labios de la artista.

Bien, enteramente bien respondió ella. ¡Pero la sábana me parece tan pesada! Era la más ligera que había podido encontrar. Así se lo dije; entonces suspiró, diciendo que había que tener paciencia con ella. Después se quedó completamente inmóvil, sin cesar de mirarme como en un sueño. Al fin inclinó la cabeza varias veces y dijo: Está bien así, muy bien. ¿Qué está bien? pregunté.

La señorita Guichard exhaló un suspiro, se propuso hacer pagar después á Fortunato las humillaciones que la dedicaba, y no pudiendo hacer cosa mejor que esperar, esperó. Al cabo de quince días, como no recibiese noticias de su prometido ni oyese hablar de él, perdió la paciencia y se decidió á informarse.

Luego, en las reconciliaciones, eran extremosos. ¿Sabe usted, Pepa, que no quisiera estar yo allí en el momento de la reconciliación? dijo Cobo haciendo alarde nuevamente de su malignidad brutal. Tampoco yo, hijo respondió, dando un suspiro de resignación que hizo reir . Pero ¡qué quiere usted!

Lo que no ofrece duda es que este joven, cuyo nombre me dicen es Roger de Clinton, ha ganado brillantemente el derecho de pertenecer al muy honrado gremio de los escuderos de Burdeos. Aquí está vuestra ropilla, Tránter. Y vos, Clinton, echaos esta capa sobre los hombros y venid cuanto antes. Lo que más deploro es la pérdida de mi buena espada, que yace en el fondo del río, suspiró Tránter.

Aquel primer suspiro de Venus al salir de la espuma del mar que repitió el Universo entero, sonó entonces en su alma y la estremeció dulcemente. Su alma, que estaba muda y triste como la Naturaleza antes que la diosa de la hermosura suspirase. Muy pocos hombres alcanzan una dicha parecida: poseer la primera mujer que se ama, llegar a tiempo para recoger el fruto sazonado del amor.

D. Joaquín exhaló en la hermosa cara de ella el último suspiro, y ella con la dulzura de su mirada mitigó el terror que infunde el ángel de la muerte, y en la herida con que mata derramó el bálsamo de sus lágrimas. Rafaela, por bondad y por orgullo, era generosa y desprendida. En aquella ocasión lo fue de suerte que dejó maravillados a todos los brasileños.

Y como observase que el negro llevaba corona y era rey como los otros dos españoles, pensó naturalmente en el rey de los indios y suspiró. ¿Sabeis, señor, preguntó respetuosamente á Basilio, si el pié derecho está suelto ya? Basilio se hizo repetir la pregunta: ¿Pié derecho de quién? ¡Del rey! contestó el cochero en voz baja, con mucho misterio. ¿Qué rey? Nuestro rey, el rey de los indios...

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando