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Actualizado: 20 de junio de 2025
En un momento de silencio, D. Juan Casanova, que tenía la cabeza inclinada hacia un lado, sin duda por el excesivo peso del cerebro, la descargó algún tanto, diciendo con su acostumbrada solemnidad: Eloisa, hoy he hallado a su hermano Álvaro en el paseo de la Atalaya. Llevaba un pantalón de cuadros. D.ª Eloisa suspiró, como siempre que se tocaba el punto de su hermano.
Y ahora te juro que no la he vuelto a ver más ni he tenido noticias de ella». La esposa dio un gran suspiro. No sabía por qué; pero tenía sobre su alma cierta pesadumbre, y en su rectitud tomaba para sí parte de la responsabilidad de su marido en aquella falta; porque falta había sin duda.
En el curso de una larga conversación que tuvimos y por el tono en que se expresó, eché de ver que el pobre chico estaba perdidamente enamorado de la muchacha. Suspiró y prometiome revestirse de valor para llevar el asunto a una crisis.
Ni de la ciudad ni del mar llegaban más que rumores suaves que, al confundirse en el aire, formaban lánguido suspiro como si la tierra y el Océano gozasen tranquilos el placer de la siesta. Una brisa suave, fresca, sin intermitencias, acariciaba la frente de los convidados. La naturaleza ofrecía el amable sosiego, la armonía solemne que sólo se observa en los comienzos del otoño.
»Después he reflexionado mucho añadió Guillermo tras un buen silencio , y creo que el que se da la muerte frustra las intenciones de la Divinidad; y reflexionando sobre este gran número de relaciones que enlazan al hombre con todos los objetos terrestres, yo le he considerado como el centro de una multitud de armonías que nacen y perecen con él, de modo que no puede caer sin arrastrar toda una creación en su caída, y el último suspiro que exhala lleva el luto a toda la naturaleza.
De esta suerte prosiguió vociferando y alejándose poco a poco, mientras Andrés levantaba del suelo a la víctima y la sacudía con la mano el polvo. Celesto se tocó por todas partes, a ver si tenía algún paraje del cuerpo magullado, y dijo exhalando un suspiro: ¡Qué gran yegua! Yo pensé que le había tirado a usted el caballo, porque pasó delante con gran rapidez...
Hablar de las liebres, era para don Víctor y Sanjurjo la antesala del Cielo. Levantarlas con las varas, metidos en la maleza hasta la cintura, el Cielo mismo. ¡Qué lástima de día! exclamó don Víctor dando un suspiro y mirando al cielo por los cristales del balcón, llenos de polvo. Verdad contestó Sanjurjo, dando otro suspiro.
Silenciosa llenó el caritativo deber, y al levantarse del suelo, exhaló leve suspiro, como el que desahoga, cumplida alguna tarea de que cuerpo y espíritu por igual recibieron cansancio. El chalet alquilado en Vichy por las dos familias, Miranda y Gonzalvo, llevaba el poético letrero de Chalet de las Rosas.
Cuánta razón teníamos en esperarlo a usted con impaciencia suspiró la señora d'Ornay; no hay como usted para pronunciar palabras lisonjeras.
Y de allí venía una leve brisa helada que coloreaba los dedos y la punta de la nariz, vigorizando los músculos y produciendo cosquilleo en los ojos. La campiña se preparaba a dormir, exhalaba un suspiro de bienestar, mezcla confusa de voces y mugidos, rechinar de carros, tañido de esquilas y rumor de olas, fundido todo y armonizado en la amplitud de la llanura ilimitada.
Palabra del Dia
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