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Actualizado: 28 de junio de 2025
Adoptó el oficinista una expresión suplicante para seguir hablando. ¿Qué podía importarles á los dos lo que murmurase la gente?... Además, en Europa no los conocía nadie. Vivirían en París, la ciudad maravillosa tantas veces admirada por él en las novelas y que nunca habría visto de no ocurrir la muerte de Pirovani.
Mi buena estrella me llevó a cierta casa, cuyos dueños se apiadaron de mí, mostrándome gran interés, sin duda por el relato que de rodillas, bañado en lágrimas y con ademán suplicante, hice de mi triste estado, de mi vida, y sobre todo de mis desgracias. Aquellos señores me tomaron bajo su protección, librándome de la leva, y desde entonces quedé a su servicio.
El noble se descubrió y deteniendo su caballo á la puerta de la modesta capilla, rogó en alta voz á la Reina de los Cielos que bendijese sus armas y las de sus soldados en la próxima campaña. Una limosna, mis buenos señores, dijo entonces el mendigo, con voz suplicante. Favoreced á este pobre ciego, que hace veinte años no ve la luz del día. ¿Cómo perdisteis la vista, abuelo? preguntó el barón.
Hace una horrible pintura de los tormentos que allí sufren, así él como sus abuelos, y conmueve de tal modo á la viuda, que baja á poco con dos sacos llenos de dinero, que entrega al suplicante. La acción de la comedia se enlaza con la suerte de una doncella de la banda de los gitanos, que viene con ellos, y que, como la Gitanilla, aparece ser después hija de padres distinguidos.
Este pensamiento conmovió á Clementina. Hasta entonces no había imaginado más que un Roussel amenazador y terrible, avanzando armado de derechos iguales á los suyos y reclamando su parte de afecciones, de dicha y de esperanza, y en un momento se figuró un Roussel aniquilado, vencido, aproximándose tímido, suplicante y dispuesto á consentir que se pusiera sobre su cabeza un pie victorioso.
Si demoró tanto fue porque había cambiado de propósito; porque, cuando ya iba a abandonarla, notó que ella tampoco pensaba en él, y entonces su amor propio herido lo apartó de su primera intención. Entonces se dijo que esa mujer no debía ser de otro, quiso que volviera a ser suya como antes, y se mostró arrepentido, suplicante.
Al mismo tiempo el rostro de Beatriz cruzó por su imaginación. Cuando el escudero iba a ceñirse la ancha espada de dos filos, él, sin pronunciar palabra, puso ambas manos en la empuñadura del arma, mirándole con expresión a la vez suplicante y resuelta. El antiguo soldado comprendió. Tomando entonces para sí la espada más fina, dejó la otra en poder de Ramiro.
El Magistral de pies, en el umbral de una puerta, con una colgadura de terciopelo cogida y arrugada por su blanca mano, se inclinaba con gracia, sonreía, y movía la cabeza pequeña y bien torneada diciendo: no con el gesto... con cierta coquetería epicena. ¡Anda, papá! sujétale decía Olvido con voz suplicante, arrastrando las sílabas que parecían salir de la nariz. Imposible.
Levantose, y murmurando no se sabe qué palabras, aunque es de suponer no serían de las más finas, tomó el pesado hierro y se puso a planchar con verdadera furia. Miquis se fue sin añadir una palabra, y D. José le siguió hasta la escalera con las manos cruzadas, el mirar compungido y suplicante.
Y abarcaba con una mirada suplicante, como pidiendo gracia, la noche majestuosa, en cuyo silencio parecía agitarse la vibración de una nueva vida. Adivinaba que algo iba a morir en ella. La voluntad yacía inánime en el suelo, sin fuerzas para defenderse. Rafael también se sentía trastornado.
Palabra del Dia
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