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Actualizado: 28 de octubre de 2025


Pálido y turbado, Fernando fijó en la enferma una mirada suplicante, oprimido como estaba por un tiránico amor a quien no quería ofender. Se disponía a marchar con su secreto, cuando este misterio fatal e impenetrable fue descifrado y descubierto, contrariando a Isabel, de la manera más natural.

Pero antes de que terminase la operación y pudiera volver la cabeza, sintió una boca ávida que acariciaba su nuca. No; aquí no dijo con tono suplicante . Seamos serios. Y mientras él, rebelde á estas exhortaciones, insistía en sus apasionados avances, la voz de Margarita volvió á sonar sobre el estrépito de ferretería vieja que lanzaba el automóvil saltando sobre el pavimento.

Al pie de la montaña que vomita lava, el terror le ha prosternado con la cara hundida en el polvo: en los campos sedientos, el deseo es quien le ha hecho mirar suplicante á la nieve, madre de los arroyos: el agradecimiento le ha dado adoradores en aquellos que encontraron seguro refugio en el valle ó en el escarpado promontorio: finalmente, la admiración ha debido de dominar á los hombres á medida que se desarrollaba en ellos el sentimiento de lo bello y hasta cuando estaba adormecido, en estado de instinto.

Efectivamente, había cerrado la noche, y el príncipe la vió perderse en la penumbra de la calle por donde había llegado; una calle sin otra luz que la de un macilento reverbero azul. Pensó un momento en cerrarle el paso, suplicante y humilde... No iba á verla más: estaba convencido de ello. Pero al mismo tiempo tuvo la percepción de la inutilidad de su insistencia.

El emperador Heraclio, mientras tanto, sabe, por conducto de Clodomira, reina fugitiva de Gaza, que se le presenta suplicante, que Jerusalén ha sido tomada y que se ha arrancado de ella la Santa Cruz; y, si bien hasta entonces había sentido por su futura esposa ardiente amor mundano, lo borra de su corazón y dirige sólo su pensamiento á la noble empresa de recuperar el símbolo del cristianismo.

Cristeta tornó al pasado juego de bajar la cabeza para evitar encuentro de miradas, hasta que pasados unos cuantos segundos, tendió con desconfianza la vista en torno, y dijo: Déjame, ingrato, déjame que me vaya... esto es una locura. Y apartándose de la fuente, anduvo algunos pasos. ¡No, por Dios! exclamó él suplicante . Tenemos mucho que hablar.

Como la víspera, la saludó sonriendo y dirigiéndose á ella como si fuese una antigua conocida, dijo: ¿Seré hoy más dichoso que ayer y podré llegar hasta la señorita Guichard? Herminia juntó las manos y dirigió á Mauricio una mirada suplicante. Hable usted más bajo, se lo suplico ... ¡Si nos oyeran, sería terrible! ¿Por qué?

Ella entonces, en un arranque de impudor admirable, sin sombra de torpeza en el pensamiento, le echó al cuello los brazos, murmurando suplicante en su oído: ¡Bésame! Y él, estrechándola contra su corazón, la besó en la boca y en los ojos.

Era un chocar de cadenas que parecía el ruido de un montón de clavos y llaves viejas, y de vez en cuando una voz débil repitiendo: «Pa... dre nuestro que es... tás en los cielos... San... ta María...» con la expresión tímida y suplicante del niño que se duerme en brazos de su madre. ¡Siempre repitiendo la monótona cantinela, sin que pudieran hacerle callar!

Los grupos volvieron sus espaldas á la poetisa, olvidándola. Un músico joven, afeitado y con largas guedejas, que pretendía imitar la fealdad «genial» de algunos compositores célebres, se sentó al piano é hizo correr sus dedos sobre las teclas. Dos muchachas acudieron con aire suplicante, poniendo sus manos sobre las del pianista.

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