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Actualizado: 28 de junio de 2025


Soledad guardó silencio. Alzóse de la silla en que estaba y se puso á arreglar las botellas de la estantería. Velázquez se acercó de nuevo á ella suplicante. Lo que te pido no creo que te ha de costar mucho trabajo... Déjame echar á ese hombre de casa, y yo te prometo no molestarte más con celos... Tampoco dijo nada la tabernera. Hubo una larga pausa.

La mía es una verdadera dama castellana que por un milagro de la escultura parece que no la han enterrado en un sepulcro, sino que aun permanece en cuerpo y alma de hinojos sobre la losa que la cubre, inmóvil, con las manos juntas en ademán suplicante, sumergida en un éxtasis de místico amor. De tal modo te explicas, que acabarás por probarnos la verosimilitud de la fábula de Galatea.

Algunas veces sus salidas eran á media tarde, é iban á los restoranes de Possilipo ó del Vomero, los mismos que lo habían conocido á él como suplicante sin esperanza, y le veían ahora llevándola del brazo con orgulloso aire de posesión.

Era el beso-suspiro de la germánica sentimental paseando entre los tilos, a la caída de la tarde, apoyada en el brazo de un estudiante y con un ramo de florecillas azules sobre el pecho; un beso de abajo a arriba, caricia suplicante de hembra dulzona en la que el amor se presenta acompañado de la humildad y que antes de besar desploma su cabeza como signo de servidumbre en el hombro de su dueño.

»Rogar a Dios que nos envíe la muerte, esperarla como una salvación, desearla como una recompensa, ¿no es casi como dársela? ¿Es acaso tan grande la distancia que separa la vocación ardorosa del acto? Si el acto es una culpa ¿cómo podrá ser consentida la intención suplicante?... »No tendré que esperar mucho; la obra de destrucción está ya adelantada: el dolor muerde mi pecho con mayor saña.

Juana me ofreció quedarse á mi lado con una voz tan suplicante, que no pude oponerme. Además era una mujer y me parecía que así no me hacía culpable para contigo.

Su imaginación, ofuscada por el miedo, había concebido antes de llegar allí las mayores brutalidades; palizas horrorosas, el cuerpo magullado, la cabellera arrancada, pero... ¡rezar y taparse la cara! ¡Morir! ¡Y tal enormidad dicha tan fríamente!... Con palabra atropellada, temblando y suplicante, intentó enternecer a Teulaí. Todo eran mentiras de la gente.

Cuando tenía la niña a sus pies ensangrentada y temblorosa, en sus miradas de angustia, en sus gestos, en el timbre de su voz creía ver al amante humillado y suplicante, y sentía un áspero goce que hacía brillar sus ojos y dilataba las ventanas de su nariz. Josefina era un retrato en miniatura de Luis.

El criado de servicio en aquel departamento llamaba, atraído por el timbre, a la puerta del cuarto; comprendió entonces el tío Frasquito lo ridículo de la situación, y cada vez más angustiado, calóse prontamente una gorra de pelo, envolvióse en un abrigo de pieles, púsose la dentadura y refugióse en el aposento de Jacobo, diciéndole a este medio lloroso y suplicante: ¡Contesta , Jacobito!... ¡Que no me vean!...

Está muy bien, querida dijo el aya echando una distraída mirada al papel . Ya escribes mejor; tu aplicación supera mis esperanzas. La joven acercó una silla, tomó la mano de la viuda, y le dijo en tono suplicante: Marta, estáis disgustada, ¿verdad? ¡Oh! ¿por qué no podré rescatar mi fatal desobediencia? Sufrís por culpa mía, vos que sois la bondad y el cariño mismos.

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