Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de septiembre de 2025
Yo no tengo la culpa; ha sido contra mi voluntad, bien lo sabe Dios.... Al principio creí que no era posible, que sólo me daba usted... lástima... y así... mucho agradecimiento por sus bondades conmigo... Creía yo que una mujer casada sólo puede querer a su marido.... Si alguien me dijese que era esto... le insultaría, de fijo.... Pero a fuerza de cavilar... no, yo no lo acerté, ni por pienso.... Fue otro, fue quien conoce y entiende más que yo de los misterios del corazón.... Mire usted, si yo supiese que era usted feliz, me hubiera curado... y también si alguien me mostrase compasión a su vez.... ¡Caridad! ¡Compasión!... Yo la tengo de todo el mundo... y de mí... nadie, nadie la tiene.... Así es que.... ¿Se acuerda usted de lo alegre que era yo?
A este propósito bien merece consignarse la nota siguiente: Diego de Jerez, hijo de Gonzalo González de Jerez, se obligó por juramento que hizo en escritura pública, ante los escribanos de Sevilla, á no jugar á los dados, ni entrar en casa donde supiese que jugaban, por término de diez años, sopena de perjuro é infame, 16 de Enero de 1461 .
El enfermo aceptó, pero agregó: Hay una dificultad. ¡El dinero de mi cuñada quiero que lo lleve mi amigo que me ha ayudado tanto! Deseo darle algo a él, pero quisiera que no supiese que dejo para misas... así, si usted pudiera cambiarme por papeles, yo haría el reparto mañana... ¡No he de morir todavía!
Pues yo cogería a D'Artagnan, de quien no es publico que supiese nadar, le pondría al borde de un mar profundo, y le diría: Láncese usted. Todo es cuestión de no tener miedo... Y el intrépido mosquetero se iría a hacerle compañía a los pacíficos besugos.
Estaba en nuestra nave un pariente de D. Pedro, llamado D. Jorge de Mendoza, que se habia enamorado de la hija de un vecino de la Palma: pues habiendo el último dia levado anclas, salió á tierra D. Jorge con doce compañeros, acerca de las doce de la noche, y la robaron, trayéndola á la nave con una criada, sus vestidos, joyas y dinero; y ocultamente la metieron en nuestro navio, sin que el capitan Enrique Peyne supiese nada.
Había ya ella, durante el tiempo que estuvimos en Perrieres, y sin que yo lo supiese, pedido al señor cura que no la dejase morir sin darle todos los sacramentos; el buen sacerdote aprovechose entonces de lo que ella volvía a repetirle, y después de haberle hecho entender todas las virtudes que contiene el último sacramento, fuese a buscar lo necesario para el caso y le administró la Extremaunción que ella recibió con gran fe y angelical piedad; pidió que no se dijese una palabra a su marido, que afortunadamente se encontraba fuera en aquel momento.
La tardanza de don Baltasar era porque él no entraba nunca en la callejuela donde estaban los soportales y el postigo, sino después de haber visto el resplandor de una luz, desde la calle del Hombre de Piedra, en los vidrios de una ventana de la parte principal de la casa, cuya seña hacía Lisarda para que él supiese que podía ir sin cuidado; y aquella noche Lisarda no había hecho la seña a la hora de costumbre, porque en aquella hora estaba yo viniendo al mundo, y ella estaba junto a mi madre.
Sol, no bien vio a Lucía, no quitó de ella los ojos, para que supiese que estaba allí, y cuando le pareció que Lucía la estaba viendo, la saludó cariñosamente con la mano, a la vez que con la sonrisa y con los ojos. Prefería ella que Lucía la mirase, a que la miraran los jóvenes mejor conocidos en la ciudad, que siempre hallaban manera de detenerse más de lo natural frente a su balcón.
Dios lo sabe, porque yo ya lo he olvidado; sólo recuerdo que sufrí mucho; pero tuve valor para ahogar dentro de mí mismo mi sufrimiento; le ahogué para que nadie me preguntase, para que nadie supiese por una debilidad mía el secreto de Margarita, que sólo sabíamos la noche y yo... y Dios que lo ve todo. Al día siguiente...
Intenciones tuve a veces de confesarme con ella: de decirle mis faltas para que ella las perdonase. Pero pronto un orgullo, en mi sentir bien entendido, me hacía desechar aquella tentación. Era preferible que ella supiese por otras personas quién yo era y no que lo supiese por mí misma.
Palabra del Dia
Otros Mirando