United States or Malta ? Vote for the TOP Country of the Week !


Eran miles de sombrillas que desfilaban lentamente: verdes, azules, rosadas, con una coloración vagorosa semejante á la de las luces de aceite; una procesión japonesa vista desde lo alto, que se perdía por un lado en el misterio de las aguas negras y llegaba incesantemente por el lado opuesto. El joven piloto amaba la navegación á vela, las luchas con el viento, la soledad de las calmas.

Desde lejos vi entrar a Magdalena en compañía de varias señoras jóvenes amigas, todas con trajes de verano de colores claros y las sombrillas abiertas sobre las cuales jugueteaban la luz del sol y la sombra de las hojas de los árboles.

Una giganta del Norte se había llenado de colinas el delantal y las iba sembrando á iguales distancias para conocer un camino. Vichnú, que vió un día dormir á una muchacha bajo los ardientes rayos del sol, cogió una montaña y la sostuvo en equilibrio en la punta de un dedo para dar sombra á la hermosa durmiente. Este fué, según dice la leyenda, el origen de las sombrillas.

En los balcones abríanse, como flores gigantescas, sombrillas de brillantes colores, agitábanse grandes abanicos con aleteo de pájaro, y abajo la muchedumbre removíase inquieta, chocando con las apretadas filas de sillas que orlaban el arroyo. Sonó un rugido a un extremo de la plaza, e inmediatamente fue contestado por un griterío general. ¡Ya están ahí...! ¡ya están ahí!

Algún sociable, semejante a ligera canoa, corría arrastrado por su gallardo tronco de jacas bien iguales, bien lustrosas de pelo y lucias de cascos, y ufano de su elegante tripulación; entreveíanse un instante anchas pamelas de paja muy florecidas de filas y amapolas, trajes claros, encajes y cintas, sombrillas de percal de gayos colorines, rostros alegres, con la alegría del buen tono, que está siempre a diapasón más bajo que la de la gente llana.

No era difícil conocer al primer golpe de vista a las notabilidades de la ciudad: una fila de altos sombreros de felpa, de bastones de roten o concha con puño de oro, de gabanes de castor, todo puesto en caballeros provectos y seriotes, revelaba claramente a las autoridades, regente, magistrados, segundo cabo, gobernador civil; seis o siete pantalones gris perla, pares de guantes claros y flamantes corbatas denunciaban a la dorada juventud; unas cuantas sombrillas de raso, un ramillete de vestidos que trascendían de mil leguas a importación madrileña, indicaban a las dueñas del cetro de la moda.

No se inmuta; sonríe maliciosamente y llama con voz ronca a sus hermanos de armas. ¡Qué confusión, qué espanto entre aquellas risueñas hijas de los bosques al aproximarse en columna cerrada los hijos de Marte! Sin recoger las mantillas, ni los guantes, ni las sombrillas, nada en suma de lo que las pertenecía, huyen y se desbandan por la floresta lanzando gritos de terror.

El dueño de aquella casa era don Gaspar Villarroel, caballero viudo, riquísimo propietario de haciendas en casi todas las regiones de España, accionista del Banco, tenedor de sumas enormes en dollars norteamericanos, en cuatros de la Deuda francesa y en treses de la de Inglaterra: y aquellas sombrillas olvidadas, las labores que por las ventanas se veían y los cantares llenos de poesía eran de Helena, su hija única, de veinte años, que andando el tiempo había de ser muchas veces millonaria.

Algunas sombrillas sutiles ó incoloras vivían en el estanque bajo el amparo de un segundo encierro de cristal, y apenas si su mucosa vaporosidad se marcaba dentro de la campana como una débil línea de humo azul.

¿Cuáles son los agentes productores de esa luz? Moluscos gelatinosos, sin consistencia, de forma de extravagantes sombrillas, provistos de cierta cola más extraña aún y de tentáculos lisos o plumeados cubiertos de ventosas, como animales marinos que llevaran linternas encendidas.