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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Sin el favor y auxilio que le dá, sin las armas, dinero, hombres y fuerza moral que le suministra, es evidente para todo el mundo que la insurrección estaría ya sofocada; que hubiera sido mil veces menos fuerte; que tal vez no hubiera ocurrido. Una protesta enérgica contra él por parte de España sería sublime delirio.
A la hora de este, volvió doña Lupe sofocada, diciendo que Samaniego, el marido de Casta Moreno, se hallaba en peligro de muerte y que por aquel lado no podía hacerse nada. Casta no estaba en disposición de acompañarla a ninguna parte.
Pero antes abrió la ventana de su cuarto porque se hallaba harto sofocada. Miró al valle. ¡Qué hermoso estaba, bañado por la dulce claridad de la luna! La presa del molino como una cinta retorcida de plata corría hacia el río entre dos filas de avellanos. Jirones de tenue niebla colgaban de la punta de los altos olmos y abedules.
Y la sopa se enfriaba, y al fin aparecía Visitación, sofocada, distraída, de mal humor. Venía de casa de Vegallana donde había conseguido que Ana y Álvaro se hablaran a solas un momento, por casualidad... que había preparado ella. ¡Pero buena conversación te dé Dios!
El cura entonces se trabó con él, cuerpo a cuerpo, procurando con todas sus fuerzas arrojarle al suelo; pero Marroquín, sujetándole a su vez por el cuello y metiéndole la cabeza debajo del brazo, principió a darle con el otro tan fieros golpes en las narices, que el cura gritó con voz sofocada: «¡Socorro; que me matan!» Miguel le dejó gritar un poco más, pues no le pesaba de aquel merecido vapuleo, y sólo cuando vio que Marroquín persistía incansable en solfearle, bajó a escape la escalera llamando al inspector: «D. Ruperto, creo que D. Juan y el Sr.
El acaricia dulcemente sus cabellos en desorden y trata de calmarla; pero el pobre Martín entiende poco de consuelos, y cada palabra que dice a media voz parece un juramento ahogado. La joven deja caer su cabeza contra las hojas; sus labios se mueven, y, como si quisiese continuar su canto, murmura todavía medio sofocada por los sollozos: La rueda del molino se ha roto...
Sin embargo, al cabo de un instante, Tristán pareció volver en sí y dejó escapar un débil gemido. Tristán, Tristán, ¿cómo te sientes? ¿Tienes dolores? le gritó sofocada por la emoción. El joven se llevó la mano a un hombro. No te asustes... sólo aquí siento algún dolor murmuró con aliento casi imperceptible. ¿Quieres que nos quedemos esperando que alguien pase?
Julián retrocedió, y la jarra tembló en su mano, vertiéndose un chorro de agua por el piso. Cúbrase usted, mujer murmuró con voz sofocada por la vergüenza . No me traiga nunca el agua cuando esté así... no es modo de presentarse a la gente. Me estaba peinando y pensé que me llamaba... respondió ella sin alterarse, sin cruzar siquiera las palmas sobre el escote.
El Nacional le oyó subir la escalera con no menos velocidad, presentándose ante él tembloroso y pálido. ¡Es er Plumitas, señó Sebastián! Ice que es er Plumitas, y que nesesita hablá con el amo... Me lo dio er corasón denque le vi. ¡El Plumitas!... La voz del peón, a pesar de ser balbuciente y sofocada por la fatiga, pareció esparcirse por todas las habitaciones al pronunciar este nombre.
Y aparecía la señora con un plumero en la mano, muy sofocada por el trajín de la casa, amable y sonriente.
Palabra del Dia
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