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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Pero una huelga seguida de incendios y saqueos fué sofocada inmediatamente por los soldados chilenos con abundante empleo de ametralladoras, lo que devolvió la prudencia á Rosalindo y á la mayoría de sus camaradas. Cuando llevaba ocho meses trabajando, experimentó una gran alegría al encontrarse con un hombre de su país que deseaba regresar á Salta.
Todos la miraron con insistencia y creyó notar en sus ojos cierta curiosidad burlona. Vio que a hurtadillas el vizconde de las Llanas apretaba la mano del pintor como si le diese la enhorabuena. Bruscamente se despidió. ¡Tan pronto! exclamó la condesa. En vano la suplicaron que se quedara otro ratito. Resueltamente se iba. Se sentía sofocada, con un deseo irresistible de salir de aquella casa.
Sofocada y risueña la muchacha echaba lumbres por ojos, boca y mejillas. ¿Perucho? ¿Peruchón? ¿Ritiña, Ritona? contestó don Pedro devorándola con el mirar. Dicen las chicas que vengas.... Estamos muy enfaenadas arreglando el desván, donde hay todos los trastos del tiempo del abuelo. Parece que se encuentran allí cosas fenomenales. Y yo ¿para qué os sirvo? Supongo que no me mandaréis barrer.
Enrique y Miguel se miraron y sonrieron como cazurros; pero estaban un poco pálidos. A ver dijo doña Martina al criado, suba usted al cuarto de la señorita y dígale que ya estamos a la mesa. No hubo necesidad. En aquel momento apareció Eulalia, toda sofocada, con los ojos llorosos y una jofaina entre las manos. ¿Qué es eso? preguntó doña Martina con sorpresa.
Observa dijo éste bajando la voz y señalando al coronel que hay personas delante... Dispénseme V., coronel manifestó la señora sofocada aún por la ira; pero no lo puedo remediar... ¡Este hijo con sus cochinerías me quita la vida! El hijo, en tanto, daba tales gritos, que no diré en la cocina, sino en toda la vecindad debieran oírse perfectamente.
¡Ya lo creo que no nos alegraríamos! exclamó la tía Felicia sofocada por los sollozos, dejando caer el huso y llevándose las manos á la cara. ¡Ay mi clavelina encarnada, quién te volviera á ver por aquí, como eras, hermosa como la flor de Mayo, con tus sartas de corales y tu melena dorada! ¡Ay mi cerecina cuca, qué penas me estás dando!
Bien es verdad que los coptos se rebelaron en varias ocasiones, y ya la rebelión sofocada, fueron reducidos muchos á la condición de esclavos, pudiendo acaso decirse en defensa de los muslimes que en los pueblos de la Cristiandad hubo hasta muy tarde la cruel costumbre de sellar á los esclavos de la misma suerte, no en la mano, sino en la cara.
Ahí tienes le dijo doña Lupe moviendo la mano derecha, con dos dedos de ella muy tiesos, en ademán enteramente episcopal ; ahí tienes lo que pasa por no hacer lo que yo te digo... Si hubieras seguido los consejos que te di este verano, no te verías como te ves. La otra estaba tan sofocada, que su tía tuvo que traerle un vaso de agua.
Pareciole muy bien a Doña Francisca, cuando arriba llegó, sofocada de la interminable escalera; y si le parecía mal, cuidaba de no manifestarlo, abdicando en absoluto su voluntad y sus opiniones. El flexible, más que flexible, blanducho carácter de la viuda, se adaptaba al sentir y al pensar de Juliana; y viendo esta que se le metía entre los dedos aquella miga de pan, hacía bolitas con ella.
Esta le puso al corriente, sofocada por los sollozos, de la falta de respeto de su hija. Don Rosendo se creyó en el caso de arrugar el entrecejo, y decir con tono solemne: Eso está mal hecho, Ventura. Ve a pedir perdón a tu mamá. Se le conocía que estaba distraído, absorto por algún pensamiento, y que aquel suceso doméstico no conseguía más que a medias arrancarle de su preocupación.
Palabra del Dia
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