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Actualizado: 27 de junio de 2025
Callaron, cambiando dos miradas que hacían inútil toda protesta de sinceridad. En la imaginación de ambos surgió la misma idea, formulada en sentido contrario.
No hay, pues, ni puede haber discrepancia, á no ser superficial, entre la moral y la estética, entre el bien y la hermosura. Lo bueno y lo hermoso coinciden al llegar á cierta altura y se confunden en uno. Y como, á mi ver, la sinceridad es requisito indispensable en toda poesía que merezca tal nombre, esta misma poesía da testimonio fehaciente del valer moral del poeta.
¡No, señora, que es a vino! exclamó Amparo. ¡A vino! clamó la impedida alzando los brazos tan escandalizada como si ella sólo catase el agua, porque en el pueblo los viejos, con sinceridad completa, se otorgan a sí propios el derecho de «echar un trago» que niegan a los mozos . ¡A vino! ¡Tú quiéreste perder, condenado!
12 Porque nuestro regocijo es este: el testimonio de nuestra conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios, hemos conversado en el mundo, y mucho más con vosotros. 13 Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también conocéis; y espero que aun hasta el fin las conoceréis;
Sí, la señora de Maubán está allí dije con toda calma. Pero no creo que Raséndil... ¿es ese el nombre? El Duque no tolera rivales murmuró. Tiene usted razón repuse con absoluta sinceridad. Pero la suposición esa implica un grave cargo. Iba el prefecto a excusarse, pero sin darle tiempo le dije casi al oído: El asunto es serio. Vuelva usted a Estrelsau...
Y acercándose vivamente a Muñoz: Quiero hablarle con sinceridad, exclamó, a usted, a mi mejor amigo, para quien jamás tendría una doblez. ¿Es o no verdad que soy su amiga más buena y más leal? Sí, ya lo sé, Charito, respondió Muñoz haciendo un esfuerzo para sobreponerse a la indiferencia que le abrumaba.
De un momento a otro me la pondrían en la mano, y comenzaría a verse con qué «hígados» contaba yo para servirme de ella. Porque, si no era para esto, ¿para qué me la daban? Pepe Guzmán, en quien menos debía desconfiar yo, podría engañarme en cuanto a la sinceridad de su exposición de motivos; pero no en cuanto a la intención práctica de su consejo.
Sin embargo, cuando recordaba la bondadosa y firme honestidad de Burton Blair, su sinceridad, sus elevados pensamientos y sus actos anónimos de beneficencia por puro amor a la caridad, hacía a un lado todas esas sospechas y resolvía respetar la memoria del muerto.
Había hablado con franqueza y sinceridad: ella me consideraba como si hubiese sido su hermano mayor; eso era todo. Aquella misma noche, mientras me paseaba por la cubierta del vapor que atravesaba el canal en medio de un fuerte viento de invierno, contemplando la luz giratoria de la bahía de Calais, que a cada momento se distinguía mejor, mis pensamientos estaban dedicados a ella.
Evaristo Estenoz, hombre ambicioso y de muy elástica moral, producto acabado y típico de una gigantesca revolución ultrademocrática que trastornó por completo la vida social y política del país, encumbrando á los menos capacitados y hundiendo en las sombras del olvido los más brillantes talentos y los más sólidos prestigios; Estenoz, que sin estar dotado de verdadera inteligencia poseía la vivacidad característica del politicastro surgido de los comités de barrio, era tal vez entre todos los suyos, el único que aspiraba con toda sinceridad á obtener la derogación de la expresada ley, que inspirada acaso en el deseo de contener á los blancos, sólo ha servido, á juzgar por los hechos, para exasperar á los negros.
Palabra del Dia
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